Abraham Quintanilla, Como la flor... se marchitó

A la muerte del padre de Selena, ¿cambiará el panorama para el viudo y la asesina de su hija?

Addis Tuñón

Addis Tuñón

El fama-sutra

¡Bienvenidos mis sensuales fama-lovers! Como saben, aquí somos libres de humo, no nos reservamos el derecho de admisión y analizamos a los famosos en todas las posiciones.

Selena dejó este mundo hace 30 años. La forma en la que Yolanda Saldívar le arrebató la vida se ha contado cientos de veces; mi intención no es revivir el relato. Hace unos 20 años mi trabajo en Telemundo me llevó a realizar una entrevista a Corpus Christi. Camino al aeropuerto me asaltaron. Salía apenas de casa esa madrugada cuando sentí el cañón de una pistola en la mollera. Pa’ mí fue una eternidad, pero creo que en menos de dos minutos ya se habían llevado mi maleta y mi bolsa. Era invierno, había puesto mi visa, mi celular y pasaporte en el bolsillo interno del abrigo. Con eso y 100 dólares cash logré llegar al vuelo con escala en Houston.

Esa tarde, luego de pasar por el monumento a Selena y reconstruir, paso a paso, la tragedia en el hotel Days Inn, por fin llegué al museo de la Reina del Tex-Mex.

Recuerdo perfectamente cómo una de las hermanas de Selena, de manera dulce, me dijo quedito que si veía a su papá que mejor no le preguntara por Chris Pérez, que la cosa no estaba nada bien y que don Abraham ya había corrido a quienes hacían preguntas incómodas. Con el sigilo de un gato caminé hasta la oficina del patriarca. Y ahí, con un suéter cuello alto setentero y un pantalón y chamarra cafés, don Abraham me dio el pase. Y aunque fue él quien me dio la cita, aún así se veía muy incómodo con nuestra presencia. Mientras mi colega preparaba la cámara, mi gran bocota rompió el silencio de la peor manera.

 

—Veo, don Abraham, que no hay fotos de Chris junto a Selena. Apenas lo dije, sentí como si en vez de palabras hubiera soltado un pum. Pero ni así lo hubiera molestado tanto. El padre de Selena hizo como que no me escuchó. Al término de la entrevista, noté que la hermanita de Selena aguardaba en el pasillo. Al salir, me guiñó el ojo en un gesto de complicidad y me llevó a una de las vitrinas donde se exhibía un conjunto rojo de canutillo impresionante por el brillo y la talla de cintura.

Ella abrió un cajón con llave al lado y sacó una pequeña pulsera de cristalitos rojos. Me la dio en silencio y luego me señaló la foto de Selena con el traje; traía una hilera de como 30 pulseras en cada mano. Emocionada llegué a darle ese regalo a un colega que desde entonces era gran fan de Selena y ahora es un periodista digital muy exitoso: Edén Dorantes.

Pasaron cuatro lustros para poder entrevistar a Chris Pérez. Tener enfrente al viudo de Selena es un regalo que le agradezco a De Primera Mano. Estaba nervioso, pidió ir por un café antes de iniciar y la verdad es que le creí cada palabra, a excepción de dos cosas:

1.- Que él no se dio por enterado de los cuernotes que le puso su esposa con su cirujano plástico. ¡Por favor! Entiendo que a veces uno prefiere no saber, pero aquí hasta el doctor lo presumió y la historia del amasiato fue parte de la declaración de Yolanda.

2.- Que la llevaba bien con don Abraham. ¡Obvio no! Siendo él el viudo, le restaron toda figura tanto mediática como legal, confinándolo a sólo 25 por ciento de regalías, corriéndolo de la casa donde vivían al año de la tragedia, quitándole todo derecho sobre el nombre de su esposa y hasta demandándolo cuando publicó la historia de su amor.

Este sábado murió Abraham Quintanilla. Hacía meses un amigo común me advirtió que estaba muy grave y quise ir a un reconocimiento que le otorgaron, pero ni hablar. Me quedé con ganas de volver a incomodarlo. Digo, a entrevistarlo de nuevo.

Dicen que ahora sí Yolanda Saldívar no tendrá oponente fuerte para lograr su libertad, recurso que le fue negado este año y podrá solicitar de nuevo dentro de cinco años.

Deseo que, a falta del gran controlador, Chris asuma el papel de viudo que le arrebataron, por lo menos en derechos y cobros.

Como sea, se fue el hombre que impulsó la carrera de

Selena, poniendo el botín en el pescuezo de quien no fuera conveniente. Descanse en paz.

¡Disfruten del aguinaldo y no olviden que todos somos como El chico del apartamento 512, por lo menos pa’ nuestra carcacha!

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