La FIL constancia y organización
Es la feria editorial más importante de habla hispana, aunque los argentinos le disputan esa primacía con la de Buenos Aires, por cierto 12 años más antigua que la nuestra, y una de las más importantes del mundo, después de las de Fráncfort y Nueva York.
Aunque este año no me fue posible asistir a la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, me mantuve al tanto de sus incidencias a través de varios amigos y artículos periodísticos, pues desde sus primeros años me ha parecido un evento cultural de primordial importancia. Sin embargo, la urgencia de abordar otros asuntos mantuvo estas líneas en el tintero hasta hoy.
Como es sabido, la FIL es la feria editorial más importante de habla hispana (aunque los argentinos le disputan esa primacía con la de Buenos Aires, por cierto 12 años más antigua que la nuestra), y una de las más importantes del mundo, después de las de Fráncfort, Nueva York y quizá alguna otra.
Pero más allá de cifras referentes a metros cuadrados para exposición y números de expositores y visitantes, hay un renglón en que la FIL es indisputada: en colorido, alegría y entusiasmo, y en la calidez con que son recibidos los visitantes a la capital jalisciense todos los años, del 27 de noviembre al 5 de diciembre.
En este sentido, la FIL de 2010 no fue diferente a las anteriores —a pesar de la grave situación de violencia e inseguridad que se vive en gran parte del territorio nacional—, y ello pudo advertirse en decenas (quizás centenares) de reseñas aparecidas en diarios de todo el mundo tras la clausura de la Feria, donde los articulistas muestran su sorpresa y agradecimiento por este ambiente, y lo comparan con el frío clima de trabajo que impera en ferias como la alemana y la estadunidense.
La historia de la FIL se remonta a 1987, cuando fue impulsada por un funcionario de la Universidad de Guadalajara, Raúl Padilla López, quien después sería rector y más tarde incansable promotor cultural. Hoy es el presidente de la citada feria y de casi una docena de instituciones culturales en aquel estado.
A partir de entonces, gracias a su excelente visión y organización, la FIL fue creciendo hasta convertirse en el magno evento cultural que, en palabras del propio Padilla, “contribuyó a cambiar el rostro del panorama cultural de Guadalajara”.
Desde 1991 la FIL ha instituido premios anuales (el más antiguo e importante es el “Juan Rulfo”), que actualmente alcanzan la docena, y a partir de 1993 cada año dedica sus actividades a un invitado especial.
En 2010 este honor le correspondió a Castilla y León, por la sencilla razón de que son la cuna del idioma castellano, y hoy más que nunca estamos necesitados de rescatar nuestra riqueza y diversidad culturales frente a los embates de la cultura globalizada, que priva de sustancia a todas las tradiciones para manipular con mayor facilidad a los individuos.
Por ello, junto con Castilla y León fueron invitadas las 22 academias de la lengua española, que escogieron a la FIL para presentar, ni más ni menos, la Nueva gramática de la lengua española, así como los diccionarios de americanismos y mexicanismos, y para clausurar los trabajos de la Ortografía razonada de la lengua española.
Debemos congratularnos de que en un país donde impera el “ahí se va” y donde la mayoría de las iniciativas valiosas —sobre todo en el ámbito cultural— son vencidas al cabo de pocos años por el burocratismo, el amiguismo y la corrupción, la FIL de Guadalajara no sólo haya logrado sobrevivir durante un cuarto de siglo, sino continúe ampliando su importancia e influencia en el mundo cultural de habla hispana y de otros idiomas, a pesar de que en la última edición disminuyera un poco el volumen de sus actividades, como una comprensible secuela de la crisis que vivimos. También de que las veleidades del panismo jalisciense no hayan logrado censurarla o convertirla en un evento inocuo (como desgraciadamente ha ocurrido con el otrora espléndido Festival Cervantino), y de que la grilla que desde hace años impera en la política universitaria de aquel estado no la haya alcanzado.
Sin duda, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara es un ejemplo de organización y constancia para todo el país.
*Periodista y escritor
