México y el mal fario de Calderón

Desde luego que la profundidad de estos sucesos se le ha ido dando en el difícil terreno político que ha enfrentado sin que él parezca haberlo notado.El principal de ellos sin duda ha sido la inestabilidad de liderazgo al interior de su partido, Acción Nacional.

Los italianos suelen decir, cuando están en medio de dificultades o tragedias, que están viviendo momentos de mal fario.

Felipe Calderón, presidente de este atribulado país, lleva cuatro años viviendo un mal fario a lo largo del cual ha ido dejando pedazos de lo que fue una nación al menos vivible.

Tal vez don Felipe —alguien interesado o curioso— haya llevado una estadística de estos instantes o de los sucesos que los hayan provocado. Si es así,  si  algún día próximo los da a conocer, estremecerá al más fuerte.

Desde luego que la profundidad de estos sucesos se le ha ido dando en el difícil terreno político que ha ha enfrentado sin que él parezca haberlo notado. 

El principal de ellos sin duda ha sido la inestabilidad de liderazgo al interior de su partido, Acción Nacional, empezando por la estrepitosa caída del presidente panista que fungía cuando el era candidato —el señor Espino— y luego, el ascenso de los jóvenes imberbes sin ideología o doctrina política, lo que devino en su caída y en el ascenso de otro líder, más atado al pasado y ajeno al estilo viejo de la política que a la moderna lucha por el poder.

Pero el mal fario no termina ahí. En un sorpresivo giro del centro de su política de gobierno, Calderón abandonó su programa de acción que se precipitó en una lucha imposible contra las pandillas de traficantes de drogas involucrando a miles de soldados del Ejército, sin preparación para ese tipo de guerra, un año después con una secuela de llanto  y dolor y alrededor de 130 mil muertos —algo nunca visto en México— los resultados son un claro indicio de fracaso. 

Una primera vista al tema, muestra que las acciones militares por más meritorias que sean,  sólo han logrado provocar a los líderes delincuenciales para enfrentarse por el liderazgo de las organizaciones y realizar una purga inmisericorde, de cómplices. 

En el ambiente político, aún perduran las dudas de si el fatal accidente del secretario de gobernación, Juan Camilo Mouriño no haya sido la primera víctima de alto nivel.

El mal fario calderonista se ha reflejado en la desorganización oficial y en el sube y baja de funcionarios, como por ejemplo los ya cuatro secretarios de gobernación, cuyo relevos han provocado inseguridad, confusión y también inestabilidad.

El mal fario calderonista ha abierto el camino a grupos de otros tipos de delitos, como plagio, robo, violencia o secuestro, cuyos organismos sin ningún recato hoy parecen disputarle el poder político al gobierno o por medio del crimen, del miedo y el terror que ha tomado niveles inauditos, al grado de llamar la atención internacional, que alerta en un cambio de manos del poder total en México como un auténtico golpe de Estado.

No son pocos los que en nuestro país  avizoran ese golpe, frente a las decenas de muertos diarios que se suceden.  La acción de estos grupos de tal crueldad, que millones de ciudadanos huyen constantemente  en busca de lugares más seguros.  Esto grosso modo es  el mal fario de Felipe Calderón Hinojosa.

La naturaleza no ha dejado de estar presente en el catálogo de tragedias, como el desbordamiento de ríos y presas que ha acabado con pueblos, ciudades y vidas humanas al igual que los accidentes incontrolables.

Pero lo más grave radica en que Felipe Calderón y su equipo parecen no darse cuenta de la gravedad social, política e histórica que va minando la capacidad existencial de lo que es México y persiste en acciones fracasadas sin que en verdad se combata a  fondo este sumarísimo mal fario y el desorden, el dolor y el miedo siempre van avanzando.

Está por iniciarse la campaña presidencial, y no se ven por ningún lado las acciones que enderecen el rumbo. 

El señor Calderón, de festejo en festejo, soslaya la realidad nacional, mientras la trágica actualidad avanza, igual que la delincuencia cada día pareciera ser más poderosa que el Estado.

  Los mexicanos, imposibilitados para hacer algo al respecto, esperan y temen: ¿Cuándo terminará este impase nacional? ¿Cuándo será el fin del mal fario de don Felipe Calderón?

*Periodista y escritor

josecabreraparra@hotmail.com

Temas: