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Nacional

Histórico 1968: La juventud mexicana se polariza

Muchachos identificados con la ultraderecha intentan, sin éxito, ponerse por encima de los huelguistas; adherentes al MURO y boy scouts marchan desde la Basílica de Guadalupe. Los universitarios asisten a un festival musical en CU

Andrés Becerril | 09-09-2018
Jóvenes ligados al Movimiento Universitario Renovadora Orientación (MURO), luego de una misa en la Basílica de Guadalupe, marcharon hacia la Plaza de Toros México, en medio de gritos de ¡Viva México! y ¡Viva Cristo Rey! y consignas contra el comunismo. Ya en el mitin, los oradores pidieron a todos los mexicanos repudiar serena y firmemente las provocaciones del comunismo internacional, que se habían infiltrado en las instituciones de educación superior del país, como la Universidad Nacional y el Instituto Politécnico Nacional. Fotos: Archivo Histórico Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

El Movimiento Estudiantil provocó polarización. Por un lado, los estudiantes en huelga, tachados por el gobierno de “comunistas”, con la fotografía del Che Guevara como estandarte; por el otro, la ultraderecha, representada por el Movimiento Universitario Renovadora Orientación (MURO), quemando efigies del guerrillero argentino.

El lunes 9 de septiembre de 1968, Excélsior publicó los escenarios de esa polarización. Ocurrió en un domingo de aparente tregua, pero cargado de rabia, intolerancia, ironía política, de música de esa que llamaban de protesta, que en realidad era música de la trova.

Hoy hace 50 años, cuando integrantes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) informaron que acudiría al Centro de Convenciones del Seguro Social para esperar la llegada (improbable) de una delegación oficial para iniciar el diálogo, reapareció públicamente Heberto Castillo, con una enorme herida en la frente, y contó cómo había sido agredido.

En la primera plana de Excélsior se publicaron los polos opuestos de lo que empezaba a dejar como saldo el Movimiento Estudiantil. La información de los antagonistas de los estudiantes en huelga: la ultraderecha y su manifestación, la cual arrancó con una misa en la Basílica de Guadalupe y terminó con un mitin en la Plaza de Toros México.

Mientras, los estudiantes en huelga se juntaron en Ciudad Universitaria para un festival de protesta, con números artísticos, teatro y lectura de documentos rechazando la represión y el encarcelamiento que coartan libertades de reunión y expresión.

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Los opositores a los huelguistas, unas diez mil personas, campesinos de atuendos miserables, jóvenes universitarios con pancartas del MURO, boy scouts, que gritaban a coro “¡Viva Cristo Rey!” y “¡Viva México!”, fueron los participantes en un acto de homenaje a la Bandera mexicana. En ese acto, reseñado hoy hace 50 años por Excélsior, los participantes quemaron un monigote que representaba al Che Guevara. Y se denunció ahí al comunismo como el cáncer de nuestro mundo.

En Ciudad Universitaria, que ya empezaba a ser el nuevo cuartel general del CNH, pues alguna vez fue Zacatenco, en el Poli, se reunieron familias con niños. Fue un día de descanso de las brigadas estudiantiles. Los oradores, en el festival de protesta, defendieron a los presos políticos. Y la sátira fue dirigida hacia el “intervencionismo yanqui” y contra “los gorilas que forman la fuerza pública represora de las libertades en Latinoamérica”. Fue un festival de rechazo a “la serpiente verde que destruye las ansias de libertad” y con una dedicatoria especial contra “el partidazo oficialista”, todo esto acompañado con música de Francisco Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Cri.

En ese festival estudiantil participaron José de Molina, Margarita Bauche, Claudio Obregón, el conjunto Hermanos Trejo, de Odontología, que interpretó música moderna y el grupo de teatro Laus, de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, con la obra Todos los años, en primavera.

La manifestación del MURO y sus seguidores fue ordenada. No ocurrió ningún incidente. La pasión con la que los oradores del mitin hablaron encendió a la gente, que en decenas de ocasiones —se lee en la nota periodística—, gritaron mueras al comunismo y a los estudiantes en huelga. Uno de los oradores, el arquitecto Mauricio Gómez, calificó de “vendepatrias” a los funcionarios gubernamentales que “usan la máscara de la mexicanidad para ocultar que tienen un corazón de lacayos del comunismo”, aunque no dio nombres.

Hace 50 años, Javier Covarrubias, presidente de la Coalición de Organizaciones para la Defensa de los Valores Nacionales, afirmó en ese mitin que la profanación de la Catedral —el 27 de agosto—, por grupos de estudiantes dirigidos por agitadores profesionales comunistas, había sido “el más grave atentado a un símbolo tan caro y tan entrañable a nuestra condición de mexicanos”.

De acuerdo con la nota sobre el festival de protesta de los estudiantes en huelga en CU, firmada por Antonio Ortega, en esa ocasión no se escucharon ni insultos en contra de las autoridades ni críticas al gobierno, aunque sí se manejó la sátira en las actuaciones artísticas que el público aplaudió. No obstante, ese mismo público reprochó al grupo teatral Laus el uso de “palabras gruesas” durante su actuación, ya que había muchos niños.

En la manifestación del MURO, se lee en la nota periodística, que por su tamaño sobresalían las pancartas de esa organización y de la Coalición de Organizaciones para la Defensa de los Valores Nacionales. El presidente de ésta, en su discurso, pidió que los mexicanos repudiaran serena y firmemente las provocaciones del comunismo internacional. Por su parte Mauricio Gómez denunció que el comunismo había destruido a la UNAM y demandó del gobierno una acción pronta para impedir que destruya a todas las instituciones universitarias del país.

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La nota explica que los altavoces multiplicaban el sentimiento de los participantes de la manifestación ultraderechista. Los oradores, ovacionados largamente por la multitud gritaban una y otra vez “muera el comunismo”, “mueran los agitadores”, “mueran los enemigos de México”, “viva México”, “viva Cristo Rey”.

Fue en el contexto del festival de protesta de los estudiantes que participaban en el CNH, en esta caso membresía de la UNAM, que se informó que tal como lo había hecho público, tanto en un desplegado en el periódico, como en una conferencia de prensa, ellos estarían ese 9 de septiembre de 1968 a las cinco de la tarde en las instalaciones del Centro Médico del IMSS para la cita a la que habían emplazado al gobierno federal para poner en marcha el diálogo para la solución del conflicto.

La nota de Ortega de hoy hace 50 años publicada en Excélsior informó que entre el público del festival estaba el ingeniero Heberto Castillo, quien platicó cómo fue el ataque que sufrió días atrás. Lo escucharon amigos y alumnos del catedrático y una de las cabezas más visibles de la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior Pro Libertades Democráticas.

Me golpearon posiblemente con guanteletas de acero y a puntapiés, pero pude contestar algunos golpes. Me salvó la presencia de algunos amigos. No podría decir si los atacantes eran miembros de algún cuerpo policiaco, pues no se identificaron y pidieron que los acompañara para hablar con su jefe. Ya herido, caminé por diversos rumbos cerca de cinco horas, hasta llegar a Ciudad Universitaria. Me atendieron en un centro de salud de la UNAM con especial cuidado, por instrucciones del señor rector (Javier Barros Sierra).

Los amigos estudiantes y maestros hicieron guardia, pues se temía un secuestro. Hoy fue el primer día que dejé la cama, pues sufrí una fractura en el cráneo y lesiones más graves en el vientre”, narró Castillo.

El ingeniero Castillo, quien estaba enterado de que se había solicitado un amparo en su nombre, junto con el de otras 88 personas, aclaró que él personalmente no había hecho tal solicitud. Que eso había sido una iniciativa de amigos que buscaban protegerlo.

No necesito amparo. El amparo me lo da la gente que apoya en las calles nuestro movimiento y las peticiones justas en defensa de los derechos democráticos”, dijo el líder de los maestros del Movimiento Estudiantil. Luego siguió presenciando el festival de protesta.

En la Plaza de Toros México, donde los simpatizantes del MURO se reunieron luego de su marcha desde la Basílica de Guadalupe, dice la nota, que los boy scouts descubrieron un monigote que representaba al Che Guevara y le prendieron fuego. Con ello simbolizaron que las guerrillas jamás tendrían la simpatía de los mexicanos. Mientras ardía aquella efigie de cartón, los scouts cantaron una canción de amor a la Bandera mexicana.

Ahí en la Plaza de Toros se repartieron volantes en los que se denunciaba la intromisión comunista en el Movimiento Estudiantil y se exhortaba a la defensa de los valores nacionales, según se lee en la información publicada por Excélsior hoy hace 50 años.

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