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Nacional

'Te la pintan retebonito' (pero la migración es también dolor)

Seguro ya sabes de qué va; no hace falta sino leer el título de este artículo para deducir que hablamos del cada vez más intenso cruce de personas a Estados Unidos

Olivia Guzmán Garfias / The Huffington Post México | 15-11-2016

CIUDAD DE MÉXICO. 

Soy una mujer de Topolobampo, un puerto del municipio de Ahome, en Sinaloa. Durante 15 años migré a Luciana, en Estados Unidos (EU), a través del sistema de visas H2 que emite ese país para que personas mexicanas y centroamericanas trabajen temporalmente. Allá fui explotada, violentada, acosada, humillada y discriminada por reclutadores mexicanos y patrones estadunidenses. De eso ya pasaron algunos años porque ya no me llevan a trabajar. Mi nombre está en una lista negra por no aceptar esos abusos. Ahora soy una defensora de derechos humanos laborales y esta es mi historia.

Migré por primera vez a EU cuando tenía 34 años. Lo hice por la necesidad de mi familia. Soy madre de tres hijos. Decidí irme porque mi hermana, que migró con otras personas de la comunidad, me convenció de que aunque trabajan mucho y ganan poco, me iba a ir mucho mejor que en México. Los reclutadores prometían trabajo seguro en otro país, lugar para vivir, seguro médico, pago por hora y ganar en dólares.

En EU me empleé en la industria del marisco. Descabecé y fileteé pescado. También descarné jaiba y pelé crawfish (cangrejo), que producen una grasa especial que después de cierto tiempo descarna las manos y arranca las uñas. También trabajé en la limpieza, fui cocinera y lavaplatos, y por algunos meses pelé camote y empaqué chocolate. Muchas veces viajé sin saber en qué me iba a emplear. Cada periodo de trabajo implicaba de abandonar Topolobampo por medio año y dejar a mis hijos encargados.

 

Enfrenté discriminación laboral por defender mis derechos.

 

Allá vivimos en muy malas condiciones. Nos meten en una traila (casas rodantes) sucia y con cucarachas. Con tres o cuatro recámaras para 12 o hasta 16 mujeres. Tenemos solo un baño, una estufa y un refrigerador. Como mujeres las condiciones son peores. Mientras los hombres ganan un sueldo fijo por hora, nosotras ganamos por destajo, lo que implica trabajar muchas horas diarias para mantenernos y enviar dinero a nuestras familias en México. Haya o no haya trabajo, pagamos renta y buscamos "raite" para salir a comprar comida.

Pero los abusos no solo los vivimos en EU. Comienzan en nuestras localidades. Nos vemos obligadas a soportar los malos tratos de los reclutadores que condicionan el trabajo y nos cobran (con dinero o favores sexuales) para incluirnos en la lista de posibles candidatas al empleo. Cobro ilegal. Casi nadie se atreve a quejarse por temor a represalias. No puedes hablar o quejarte porque ya estás seguro que no vas a regresar.

Las injusticias que vivimos las y los trabajadores migrantes desde hace años me animaron a buscar un cambio. Por eso comencé a organizar reuniones con compañeras y compañeros trabajadores donde compartimos nuestras experiencias. También decidimos difundir información, lo que provocó que mi patrón no me volviera a contratar. Enfrenté discriminación laboral por defender mis derechos.

Pero esto no me detuvo. Desde hace 3 años formo parte de la Coalición de Trabajadoras y Trabajadores Migrantes Temporales Sinaloenses, un esfuerzo organizativo único en su tipo por defender, desde nuestro país de origen, los derechos de las personas migrantes.

Como Coalición hemos buscado que autoridades mexicanas y estadunidenses nos escuchen y reconozcan su responsabilidad en la protección de nuestros derechos laborales. En esta lucha no estamos solos, ya que desde 2013 ProDESC (Proyecto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales A.C.) acompaña nuestra defensa jurídica y organizativa.

 

Las injusticias que vivimos las y los trabajadores migrantes desde hace años me animaron a buscar un cambio.

 

Actualmente, a la edad de 54 años, continúo en la defensa de nuestros derechos humanos laborales. Formo parte de la Coalición. Lucho por los derechos que tenemos como trabajadores migrantes. Participo en campañas en México y en EU como la de "Te lo pintan retebonito" para prevenir abusos. Trato de concientizar a mis compañeras y compañeros trabajadores para poder salir adelante y evitar el fraude.

Mi vida ha cambiado desde entonces porque cada vez aprendo más sobre la defensa de mis derechos humanos y laborales y me he dado la oportunidad también de reconocer la importancia de la organización de las y los trabajadores para que quienes tengan que migrar en el futuro gocen de condiciones más dignas.

 

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*Este texto representa la opinión del autor y no necesariamente la de The Huffington Post México.

 

 

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