Confirmado: si estudias humanidades, eres de izquierda; si vas a negocios, eres de derecha
Un estudio, con una muestra de 300 mil alumnos en Estados Unidos, sugiere que la carrera elegida influye en la ideología.

Elegir una carrera universitaria no solo orienta el futuro laboral: también puede empujar la ideología política de los estudiantes hacia la izquierda o la derecha, según un nuevo estudio que siguió durante años a cientos de miles de jóvenes en Estados Unidos.
El hallazgo llega en medio de una discusión cada vez más áspera sobre la influencia política de los campus, desde críticas a supuestos sesgos ideológicos hasta proyectos de ley que buscan recortar fondos para determinadas disciplinas. Para los autores, el debate recuerda una acusación antigua: “Sócrates no hace nada que sea justo; es una persona curiosa”, se lee en una cita que abre el trabajo.

El estudio, un documento de trabajo fechado el 2 de diciembre de 2025, analizó encuestas longitudinales del Higher Education Research Institute (HERI) a unos 300 mil estudiantes de 477 universidades estadunidenses. La base permite comparar respuestas al ingreso y al graduarse, incluyendo una pregunta central: “¿Cómo describiría sus opiniones políticas?”.
Los resultados muestran que, en promedio, los alumnos terminan la carrera con mayor probabilidad de definirse como liberales o de izquierda. “En conjunto, los resultados muestran que los campos académicos moldean las actitudes de los estudiantes”, sostienen los autores. Pero el efecto no es uniforme: depende de lo que se estudia y de los marcos normativos y metodológicos que dominan en cada campo.
En términos simples, las humanidades y las ciencias sociales tienden a empujar a los estudiantes hacia posiciones más progresistas, mientras que economía y negocios se asocian con un movimiento hacia posiciones más conservadoras.
“Estudiar diferentes campos académicos tiene efectos considerables sobre sus actitudes políticas”, resume el trabajo, que compara los cambios con ciencias naturales como referencia.

Según el análisis, entre el primer año universitario y la graduación, los estudiantes se vuelven alrededor de siete puntos porcentuales más propensos a identificarse como liberales o de extrema izquierda. Sin embargo, quienes cursan economía o negocios muestran poco cambio, mientras que los alumnos de humanidades y ciencias sociales se desplazan más de diez puntos porcentuales hacia la izquierda.
La investigación también busca desarmar una simplificación frecuente: la idea de que la universidad como un todo adoctrina en una sola dirección. El trabajo sostiene que la especialización académica produce una fragmentación interna. “Los graduados universitarios no son un grupo homogéneo”, escriben, y añaden que los estudiantes se ordenan en campos con ideas y marcos normativos distintos.
Cuando el estudio desagrega por temas, detecta que el giro ideológico varía según el tipo de política pública. Los efectos hacia la derecha de economía y negocios provienen sobre todo de posturas en asuntos económicos, como impuestos y salud. En cambio, los efectos hacia la izquierda de humanidades y ciencias sociales se explican más por cambios en asuntos culturales, como derechos LGBT+ y teoría crítica de la raza.
Esa divergencia aparece en baterías de preguntas de política pública. En áreas como control de armas, derechos reproductivos, impuestos a los más ricos o legalización de la marihuana, los alumnos de ciencias sociales y humanidades tienden a moverse en una dirección más liberal que los de ciencias naturales. A la vez, el trabajo observa que estos estudiantes son menos propensos a respaldar enunciados anti-LGBT+ o afirmaciones que niegan la discriminación racial.

En una pregunta sobre agencia individual, el estudio destaca un cambio que interpreta como señal de mayor compromiso cívico. Los estudiantes de humanidades y ciencias sociales son menos proclives a estar de acuerdo con la frase: “una persona puede hacer poco para generar cambios en nuestra sociedad”. El desplazamiento ideológico, sugieren los autores, también pasa por expectativas sobre el rol del ciudadano.
El efecto no se limita a opiniones. El documento afirma que “estos efectos se extienden al comportamiento”: en promedio, las ciencias sociales y las humanidades aumentan el activismo, mientras economía y negocios incrementan el énfasis en el éxito financiero. El trabajo señala que los alumnos de esas áreas hablan de política con más frecuencia y reportan una mayor participación en manifestaciones, mientras que otros priorizan estar económicamente bien.
El siguiente paso del análisis es explicar el mecanismo. En la discusión pública suele suponerse que los estudiantes cambian por socialización con pares o por cálculos de interés propio ligados a ingresos futuros. Los autores, en cambio, dicen haber encontrado evidencia limitada de que esos canales expliquen la magnitud del cambio.
“Los efectos operan a través de la enseñanza, más que por socialización o expectativas de ingresos”, concluye el resumen.

Para aproximarse a la enseñanza, el estudio usa encuestas a docentes para medir la ideología del profesorado por departamento. Encuentra que, dentro de un mismo tipo de carrera, los estudiantes expuestos a facultades más liberales no se diferencian al ingresar, pero sí se gradúan con posiciones más a la izquierda. En humanidades y ciencias sociales, un aumento de una desviación estándar en el liberalismo del cuerpo docente se asocia con desplazamientos adicionales hacia la izquierda.
Las implicancias políticas, dicen los autores, son sustanciales. En una simulación contrafactual, plantean que si todos los estudiantes se concentraran en economía o negocios, el divorcio ideológico entre universitarios y no universitarios se reduciría de manera apreciable.
“Si todos los estudiantes estudiaran economía o negocios, la brecha ideológica entre universitarios y no universitarios se reduciría en alrededor de 30%”, afirma el trabajo.
La misma simulación sugiere que la diversidad de carreras también influye en la polarización dentro de la élite educada. Con especialización, la dispersión ideológica aumenta durante la universidad; con un escenario en el que todos cursan el mismo campo, la varianza ideológica se reduciría y la brecha de género entre graduados se achicaría, según el documento.
El documento traduce sus estimaciones a expectativas electorales usando patrones de voto en encuestas nacionales. Calcula que especializarse en humanidades o ciencias sociales eleva alrededor de seis puntos porcentuales la probabilidad de votar por frente a economía o negocios, un efecto comparable al de pasar la adolescencia en condados con mayor apoyo demócrata.
Fuera de los modelos, los campus se han convertido en un campo de batalla simbólico. En 2023, el auditor estatal de Mississippi propuso recortar fondos a programas de ciencias sociales y humanidades que calificó como “fábricas de adoctrinamiento”, según informó la agrncia AP. En Florida, una iniciativa legislativa buscó prohibir o eliminar programas vinculados a estudios de género y restringir el financiamiento de iniciativas de diversidad en universidades públicas, de acuerdo con TIME.

El clima político también se refleja en la opinión pública. Un informe de Pew Research Center publicado en 2024 mostró que solo alrededor de un tercio de los republicanos tiene una opinión positiva sobre el impacto de las universidades, una brecha marcada frente a los demócratas. En un informe anterior de 2019, Pew ya había documentado preocupaciones sobre que los campus se inclinen hacia un solo punto de vista.
Los autores del estudio no afirman que sus resultados resuelvan la pregunta normativa sobre qué tipo de educación debería promover el Estado. Más bien, advierten que cambios en el acceso o la composición de ciertas disciplinas probablemente tendrán consecuencias políticas. La discusión, sugieren, seguirá abierta, entre quienes ven la universidad como formación de autonomía moral y quienes temen que moldee convicciones a favor de una causa.
bm
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