Entre las sombras II. Evitar la dificultad…

¿Y qué es lo que postergamos, querido lector?

Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocerPaulo Coelho

Conversaciones, decisiones, cierres, abandonos, rendiciones… Incluso los inicios. Todo aquello que se evita, se repite, y se repite con mayor fuerza. Es como si estuviésemos entrenando el cerebro a mentirnos a nosotros mismos, mientras… El tiempo no cede, el tiempo exige, el tiempo se cobra… Y de repente, cuando creímos haber evitado el gran paso, la vida nos pone contra la pared, y ya no es uno el que elige, sino la propia circunstancia, el presente que colapsa.

Evitar la dificultad es querer ganar una batalla contra lo inevitable, pero esa sombra de evasión siempre nos alcanza… Algunos insistirán en pensar que fue obra del destino, los más sensatos sabrán en su interior que ese momento temido llegó. Porque siempre llega, y llega porque, si algo tiene la evasión, es el sustento del miedo, y el miedo acelera que suceda aquello que tanto tememos y evitamos. El que se prepara para lo peor es exactamente eso lo que encuentra… lo peor. 

¿Y qué es lo que postergamos, mi querido lector?, ¿qué o cuál es esa dificultad? ¿Es realmente algo tan difícil?... Dificultad significa el inconveniente, obstáculo, oposición o contrariedad que impide conseguir, ejecutar o entender algo bien y pronto, es la duda, el argumento y réplica propuesta contra una opinión. Evitar la dificultad nos impide lograr nuestros objetivos, hacer lo que deseamos, consideramos, merecemos o necesitamos… y no, insisto, mi querido lector, no se trata de los otros, se trata de la incapacidad personal de alinearse con aquello a lo que aspiramos y sabemos perfectamente que debemos hacer y, peor aún, es proteger al otro, desprotegiéndonos a nosotros mismos, es el miedo disfrazado de soberbia al pensar y sentir que el otro no podrá con eso, cuando el que no puede es uno temiendo su reacción.

Pues le diré algo… la tortura a la que se somete es sólo suya, el cómo el otro o los otros reaccionen a esa conversación, decisión, cierre, abandono, rendición o inicio es su responsabilidad y su derecho, tanto o más que el suyo, que igualmente debe ser atendido desde la honestidad, la responsabilidad y el derecho a decidir sobre su vida. Se lo digo porque la vida es breve, brevísima, y nadie merece estar sometido a la duda evitable, al titubeo, a una esperanza insensata o, peor aún, a un continuo hartazgo aletargado.

Créame, las palabras que se silencian, se agravan; los pasos que no se dan, paralizan; las cadenas que no se rompen, esclavizan; los espacios que no se dejan, nulifican, y las oportunidades que no se toman, se pierden… Y lo peor de aquello que no enfrentamos es que nos condena a seguir viviendo no igual, no, sino peor, porque el cerebro se educa con el hábito.

Y esto último me lleva a recordar otro aspecto importante de las sombras, que si bien todos podemos recuperarnos, y nuestro cerebro está preparado para conseguir un equilibrio emocional óptimo en una brevedad de tiempo, y ser —como tanto se aplaude— resilientes, eso no nos hace resistentes a nuevas realidades, sino que nos sigue condenando a la repetición. La resistencia va más allá del nivel de la resiliencia. La resiliencia nos devuelve al mismo lugar en el que estábamos, la resistencia nos permite ir más allá y ese punto se logra solamente enfrentando las dificultades.

Usted elige si desea seguir aferrado a esa sombra o liberarse de ella, y quizá… probablemente, si se atreve, no sólo se libere a usted, sino a todo o todos los demás que no han tenido su valentía. Piénselo… al final, sólo posee conjeturas, hipótesis, de lo que puede pasar, simples aproximaciones o una duda inexorable que quizá no lo sea tanto… Y, créame, lo peor no es lo que pueda pasar, eso ya está pasando; lo peor es que se quede en ese punto un año más.

Mejor imagine por un instante todo lo que su vida podría cambiar sin ese apéndice, ¿en quién le convertiría? ¿Qué más podría atreverse a hacer?, ¿Qué haría con ese nuevo espacio de pensamiento, de tiempo, de libertad y de vida?... Porque está a una sola decisión de transformar esa sombra, esa parte inconsciente en consciente, esa esclavitud… en libertad. Como siempre, usted elige.

¡Felices sombras, felices vidas!