Se mordieron la lengua
“Osorio no hizo méritos para quedarse en la selección”, sentenció Manuel Lapuente hace unos días, basado en los pobres resultados que obtuvo el técnico colombiano en el campeonato mundial. Puede que tenga razón, pero esa misma pregunta se formuló hace poco más ...
“Osorio no hizo méritos para quedarse en la selección”, sentenció Manuel Lapuente hace unos días, basado en los pobres resultados que obtuvo el técnico colombiano en el campeonato mundial. Puede que tenga razón, pero esa misma pregunta se formuló hace poco más de 20 años, cuando el propio Manolo fue nombrado entrenador del Tricolor en sustitución de Bora Milutinovic después de fracasar rotundamente al frente del mismo representativo con el que se comprometió a quedar sexto en el Mundial de 1998 y ni siquiera llegó a la eliminatoria al renunciar en plena Copa Oro de 1991.
En su segunda etapa, Lapuente debutó en la Confederaciones de 1997, donde quedó eliminado inmediatamente, poniendo fin a una cadena de ocho torneos consecutivos clasificando a la segunda ronda desde el Mundial de 1986. En la Copa del Mundo Francia 98 venció a República de Corea, empató con Bélgica y Holanda, y quedó eliminado en octavos de final ante el campeón europeo, Alemania; con esos números también pobres recibió el espaldarazo y continuó al frente de la selección, misma que abandonó, literalmente, en septiembre del año 2000.
Juan Carlos Osorio, por su parte, enfrentó a dos de esos rivales en el Mundial y, a diferencia de Manolo, se convirtió en el primer técnico del equipo mexicano en derrotar a once coreanos dentro de un evento oficial y en vencer a un campeón del mundo, Alemania; esas victorias las obtuvo contra equipos completos, mientras que la victoria de Lapuente se logró frente a diez coreanos, ya que once contra once iba perdiendo hasta la expulsión de Ha Seok-Ju.
A final de cuentas, el técnico cafetero sumó seis puntos y terminó duodécimo en la Copa del Mundo, mientras que el mexicano hizo cinco y se ubicó decimotercero con el mismo número de competidores, 32, es decir, en el balance numérico, Osorio fue mejor que Lapuente; en esos términos, Manolo no es nadie para cuestionar la continuidad de Osorio quedando de manifiesto que se pueden morder la lengua con tal de desprestigiar el trabajo y proceso de un entrenador, en lugar de analizar más profundamente y ayudar para encontrar explicaciones y soluciones.
Efectivamente, Osorio no hizo más que sus antecesores, de todas maneras ya le recomendamos no quedarse. Las cosas no van a cambiar mientras se sigan buscando chivos expiatorios, culpables de pantalón largo o en el arbitraje y no entre el enjambre de viejas ideologías, opiniones, costumbres y fórmulas de trabajo, mucho menos porque dirigen, enseñan y, como vemos, hablan los mismos, es certeza matemática.
