Hambrientos de gloria
Por primera ocasión desde el 2000, las Grandes Ligas tienen un campeón que repite. En aquella ocasión, los Yankees de Nueva York ganaron el tercer campeonato consecutivo y, desde entonces, todas las franquicias que buscaron ese objetivo fracasaron en el intento, hasta ...
Por primera ocasión desde el 2000, las Grandes Ligas tienen un campeón que repite. En aquella ocasión, los Yankees de Nueva York ganaron el tercer campeonato consecutivo y, desde entonces, todas las franquicias que buscaron ese objetivo fracasaron en el intento, hasta que el sábado los Dodgers de Los Ángeles culminaron una campaña mucho más complicada de lo esperado con el título que la mayoría pronosticaba que iban a lograr.
Es cierto que, aun cuando se quedaron lejos de las expectativas generadas, el objetivo se cumplió. De hecho, por momentos parecía que incluso el ser monarcas de su división corría un enorme riesgo de suceder. Buena parte de la temporada fue un gran reto por la innumerable cantidad de jugadores que perdieron tiempo de juego debido a lesiones; razón por la que Dave Roberts tuvo que hacer malabares para acomodar a los lanzadores que se encontraban sanos y, así, poder mantener a raya a los rivales divisionales que amenazaban con destronarlos.
Hablando de Roberts, éste hizo posiblemente su mejor trabajo hasta la fecha, porque, aunque es cierto que el roster de esta campaña era el de mayor profundidad con el que ha contado, nunca había tenido que lidiar con tantos jugadores lesionados, incluyendo a varias de las principales figuras del equipo.
Las múltiples adversidades enfrentadas en el camino hicieron más fuertes a los campeones.
Una vez alcanzado el objetivo de calificar y de mantener la hegemonía en el oeste de la Liga Nacional, llegaron las grandes actuaciones de los abridores, que, sin ser dominante ante los Rojos, sí fueron una muestra de lo que estaba por venir, porque, a partir de la fase de divisionales, el pitcheo de los Dodgers elevó su nivel, con una brillante serie ante los Filis de Filadelfia y, después, en la Serie de campeonato ante Milwaukee.
El Clásico de Otoño fue extremadamente complicado ante los Azulejos de Toronto, pero de nueva cuenta la experiencia, el buen manejo de Roberts y algunas actuaciones memorables, le permitieron a la franquicia lograr algo que nunca habían podido conseguir: ser bicampeones.
Muchos mencionan que es un título comprado gracias a los enormes recursos con los que cuenta la franquicia, y a que en Grandes Ligas no existe un tope salarial, pero lo cierto es que hay que darle mucho mérito a los dueños que, en la búsqueda de siempre pelear por el título, invierten alrededor de 70% de lo que recaban año tras años en el roster, a diferencia del promedio de los equipos de MLB, que lo hacen alrededor de solamente 30 por ciento.
Las decisiones tomadas por la gerencia al armar el roster, aunadas a las de Roberts y a un grupo de jugadores hambrientos de gloria, han llevado a los Dodgers a conseguir algo que no se veía en Grandes Ligas en 25 años.
