Víctor Kuri, sembrador de sueños e ideales

Subí las escaleras del edificio de 20 de Noviembre cercano a Mesones. Iba a despedirme del exbasquetbolista de la selección nacional Víctor Kuri, con quien había establecido, con él y su extraordinaria familia, su esposa Guillermina y sus hijos Max, Víctor, Guillermo ...

Subí las escaleras del edificio de 20 de Noviembre cercano a Mesones. Iba a despedirme del exbasquetbolista de la selección nacional Víctor Kuri, con quien había establecido, con él y su extraordinaria familia, su esposa Guillermina y sus hijos Max, Víctor, Guillermo (QEPD) y Maye, una gran amistad.

Meses atrás, corrían los albores de la década del 70, les enseñaba a nadar a sus cuatro niños en su residencia del Pedregal de San Ángel. -Señor Kuri, le tengo una noticia —le dije. -Yo le tengo otra, dígame la suya; usted primero. -Vengo a despedirme porque voy a irme a vivir a Tepic, Nayarit. -Acompáñeme —respondió—. -Acabo de comprar una alberca para que usted la dirija. Mi vida dio un giro de 360° ante la oportunidad de probar lo que aprendí en mi etapa de nadador del equipo de la UNAM y periodista deportivo. Una multitud de imágenes y anécdotas aparecen durante los dos años que fui DT del Centro Acuático del Pedregal, la más hermosa alberca de 25m del DF y de la que surgieron nadadores que rivalizaron con los mejores del país. Qué inmensa alegría y ahora profunda tristeza. Recibí el privilegio de preparar niños y jóvenes, pequeño en número, a los que se les despertó el espíritu de lucha, tenacidad en el esfuerzo, disciplina y objetivos difíciles. Fueron dos de los mejores años de mi vida; experiencia inolvidable la relación con los Kuri y la familia del CAP.

Espero que el lector no interprete lo siguiente como vanidad. Primero: este sábado abrí tardíamente el celular. Tenía una llamada a temprana hora de Víctor hijo para comunicarme la desaparición física de su papá. Al éxito de vez en cuando lo acompaña el divorcio. Pasión, perspectivas, posiciones. Decisión equivocada. Abrevio. Justo a los dos años, Víctor Kuri, con su enorme entusiasmo, empezó a dar instrucciones al equipo. Señor Kuri, usted es el dueño; yo soy el entrenador. Admítame como su asistente, me dijo. Mejor, señor Kuri, le dije con respeto, dirija usted al equipo. Y me despedí con la idea de no continuar.

Años después, Armando Barriguete, notable nadador nacional y más tarde presidente de la Sociedad de Psicólogos, distinguido por el gobierno de Francia con la condecoración Napoleón Bonaparte, me habló para reunirme con el grupo; me entregó una carta de Kuri; la leí al grupo y me hizo derramar lágrimas de emoción. Un mirlo blanco, cuyo espíritu siempre fue bondad. Bondadoso con su esposa, con sus hijos, con el equipo, conmigo.

Los Kuri se ausentaron del país durante 40 años, vivieron en Canadá. Desde hace tres años regresaron y volvimos a reunirnos con frecuencia. La pasión por el deporte nos separó sin que jamás se rompiese el valor de la amistad. Su memoria por siempre va a perdurar en los corazones de todos los miembros del CAP. Fue sembrador de amistad, de sueños e ideales, el Alma Mater del CAP.

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