Quemar espejismos

De todas las versiones falsas, endebles, huecas, empleadas para explicar y/o justificar las frecuentes derrotas del seleccionado nacional de futbol, conocido en algunas épocas como Ratones Verdes y ahora como el Tri época en la que Manuel Seyde desgarraba el patrioterismo ...

De todas las versiones falsas, endebles, huecas, empleadas para explicar y/o justificar las frecuentes derrotas del seleccionado nacional de futbol, conocido en algunas épocas como Ratones Verdes y ahora como el Tri —época en la que Manuel Seyde desgarraba el patrioterismo centroamericano al afirmar que jugaban con balón cuadrado—, a lo largo de las últimas siete décadas, dos han sido erradicadas por la modernidad y transformación social: el pánico escénico y el complejo de inferioridad del futbolista mexicano.

Persisten las mismas de hace 70 años que esparcen otros rostros, otras personas, al observar el deporte bajo un prisma social, crematístico, expresión de cultura light, color de rosa; proyectan fragilidad, inconsistencia, alejamiento de la naturaleza del deporte. Contribuyen a fortalecer la ignorancia con tintes de superstición.

Es un ejercicio de hecho inútil formar mesas redondas tras los resultados adversos del futbol o de tal o cual equipo cuando la visión, los argumentos, están empapados de los dogmas, vicios, costumbres, saturados con el olor rancio del pasado y polémica artificial acompañada del grito estridente y vulgar.

Hay resistencia al conocimiento del deporte y rechazo a la aceptación de cambio. Si se gana o empata ante un equipo que cruzó el Atlántico —difícilmente se informa que, al cruzar siete o nueve meridianos, el reloj biológico de los deportistas se altera; el grupo o el individuo reduce su estado y nivel de forma—, el supuesto análisis se convierte en festejo, euforia, hiperbolismo. Y si se pierde, la primera palabra que se escucha es fracaso.

¡Tantos años de ver a la selección y no percibir o apreciar una idea de su nivel aproximado de juego? Es raro en vísperas de un partido importante de futbol que algún comunicador señale la posibilidad de la derrota. Al pueblo bueno, como ocurre en la política, el futbol imita a la política, le dan gato o ratón por liebre. Y tutti contenti.

Algunos comunicadores, voluntaria o involuntariamente, son evasores de la realidad por ignorancia o intereses espurios. La Selección Mexicana, desde 1930 a la fecha, ha ocupado —no obstante que ha progresado individual y colectivamente— un plano secundario en el concierto internacional, como lo revela su historial en la Copa Mundial de la FIFA.

Colectivamente, está distanciada de las potencias de ilustre linaje: Brasil, Alemania, Italia y Argentina; actualmente, de España, Francia, Croacia, Holanda y otros. ¡Ay! el quinto partido… Sequía desde 1930, de Uruguay a Qatar 2022; con unas cuantas gotas, la primera con el gol de Belmonte en Solna ante Gales, en 1958. Su bajo nivel lo aporta la posición aislada de zonas de tradición y núcleos de alto nivel con intenso estímulo por competir como en Europa y en Sudamérica.

Esta situación no es propia del futbol, sino de todo el deporte de México como expresión de cultura, de actividad agonal. El público, en general, no sabe apreciar el deporte. El futbol es uno de los deportes más fascinantes y el más popular en esta región. Quememos el espejismo de la credulidad: dejar de creer que los futbolistas son lo que no son.

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