Arturo Xicoténcatl

Arturo Xicoténcatl
El espejo de tinta

A la caza de El Guerrouj

14 de Septiembre de 2021

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El atletismo entra de manera vertiginosa a un terreno inexplorado. Poco a poco, al irse descubriendo las persianas de la nueva ventana acaso se podrá observar, con mayor claridad —por el momento una motita en los ojos empaña la percepción; aún no es fácil adaptarse—, que la mayoría de los esfuerzos se dirige a la caza del récord mundial de los 1,500 m lisos en poder del marroquí Hicham El Guerrouj en 3.26.00 desde aquel 14 de julio de 1998 en la Ciudad Eterna. Era otra época, de menor aceleración actual. El Guerrouj, un portento de fuerza física, necesitó tres Juegos Olímpicos, ocho largos años, para conseguir el oro en la distancia que más dominaba.

Vivimos la época de las zapatillas voladoras puestas de moda por la tecnología y se presencia el deporte-espectáculo con la ruptura de récords mundiales. La carrera atlética transmite emoción a los espectadores, pero eso no es suficiente. Se le debe añadir la electricidad y explosión del récord mundial. En el estadio, la cinta métrica y el cronómetro representan la batuta que arranca la ensordecedora coda de las tribunas. Imposible captar con el ojo del entendimiento el RM en las carreras, lanzamientos, algunos saltos, excepto en el de altura o el de la pértiga.

Las nuevas zapatillas ligeras como el viento llevan una especie de trampolín o catapulta de fibra de carbono; sólo hay que flexionar, tensionar, como la cuerda al arco, y el cuerpo se dispara con inusual aceleración. Y ¡zas! caen los RM de la suela.

El domingo, dos atletas etíopes, Semberi Teferi y Agnes Tirop, en la ciudad alemana de Herzogenaurach, a unos 23 kilómetros al noroeste de Núremberg, en acción de relámpago y trueno, pulverizaron las marcas mundiales de 5 y 10 kilómetros respectivamente en 14.29 y 30.01 con cierre en el último kilómetro de 2.52 aquélla y 2.54 ésta.

Herzogenaurach en la región de Baviera es famosa por varias razones, entre ellas porque en 1930 ahí estaba el aeródromo y la escuela de enseñanza de la Deutsche Luftwaffe, Fuerza Aérea. Y porque en aquellas épocas los hermanos Adolf, al que le decían Adi, y Rudolf Dassler, fabricaban las zapatillas Adidas, que por cierto Jesse Owen empleó en los JO de Berlín 1936. Tras diferencias al rojo vivo se separaron en 1948 y Rudolf creó la firma Puma. Los señores de los anillos afirman que Adolf sobornó a los aduaneros de Melbourne para que impidiera descargar Puma durante los JO de 1956. Los sepulcros de ambos están en los puntos más retirados del cementerio de Herzogenaurach. Kenenisa Bekele nunca imaginó que un pequeño trampolín de fibra de carbono le arrebataría sus prestigiosos RMs en 5 y 10,000 m. Tras este acontecimiento en la mira está el 3.26 de El Guerrouj. Con las mayores perspectivas de lograrlo, por el momento aparecen el keniano Timothy Cheruiyot (3.28.28) y el noruego Jakob Ingebrigsten (3.28.32), plata y oro en Tokio 2020.

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