Miguel Layún, culpable o no

El lateral mexicano tendrá en Rusia 2018 la posibilidad de dar el golpe y terminar categóricamente con las críticas que en un momento lo pudieron sepultar

Miguel Layún jugará su segunda Copa del Mundo. (Mexsport)

CIUDAD DE MÉXICO.

Fue terquedad, dedicación, trabajo, fortuna o todas las anteriores.

Miguel Layún (Córdoba, Veracruz, 1988) tuvo que convencer a todo el americanismo de ser digno jugador de las Águilas, como religioso tocando de puerta en puerta pidiendo que creyeran en él. El penal que decidió un título para el América en el Clausura 2013 disipó dudas y culpas, cargadas desde su llegada al club que lo repatrió tras probar suerte en el Atalanta de Italia y que lo catapultó para jugar el Mundial de 2014.

El retroceso y la evolución acompañan su carrera. También los señalamientos y las miradas a la espera de un error suyo, con los pulgares listos para la desacreditación en redes sociales con el hashtag #TodoEsCulpaDeLayún.

SU CARRERA ENTRE CRÍTICAS

A los 19 años debutó con el Veracruz. Hacía regates, desbordes, devoraba las bandas para ir al frente. Sus centros, en ese entonces, tenían precisión. Esa habilidad y ganas demostradas lo llevaron a probarse con el Atalanta, en el que logró quedarse, pero sólo disputó poco más de 30 minutos en la Liga de Italia.

Volvió cambiado al futbol mexicano. El América lo tomó en cuenta para una reestructuración y ambos crecerían paulatinamente. Pero antes, Layún probó la dureza de una afición, el bullyng desde las redes sociales y el peso de la playera azulcrema que casi lo sepulta. Layún no se encontraba en el campo. La inseguridad y falta de técnica lo caracterizaban.

“Al principio fue complicado. Mucha gente cuestionaba si tenía la capacidad de vestir ese uniforme. En las redes sociales fue difícil por todo lo que me tocó vivir, pero estaba convencido que podía darle vuelta a las cosas”, dijo el lateral en una entrevista con FIFA.

Vino el giro. Además de atacar sus puntos débiles, el veracruzano buscó ayuda psicológica para reponerse. Aprendió a reírse de él mismo: “#TodoEsMiCulpa”, publicó en Twitter cuando una de sus llantas se le ponchó en la carretera.

La responsabilidad de cobrar el penal que decidió el título también ayudó a desprenderse de esas cadenas y, de un momento a otro, pareció echarse a la bolsa a los americanistas. Acomodó el pasto levantado, se perfiló y al pegarle a la pelota resbaló. El portero de Cruz AzulJesús Corona alcanzó a rozar la pelota, pero el derechazo de Layún cruzó la línea de gol y le dio a su equipo uno de los campeonatos más épicos disputados en la Liga MX.

“Son de esos momentos que más me van a ayudar en mi carrera (…) Tuve que esforzarme y exigirme al máximo para revertir esa situación. Muchas personas opinaban sin conocer y era difícil estar explicando y convenciendo a todos. La única manera de revertir eso era hablar en la cancha en vez de hablar en redes sociales”, confesó.

Además de esa corona conseguida con Miguel Herrera como técnico, ganó otra más con las Águilas, de la mano de Antonio Mohamed, quien lo consideró un indiscutible en el equipo. En el centenario del América, Layún integró el grupo de los defensas históricos del club.

Su llamado a Selección Mexicana fue igual de comentado. Lo llevó José Manuel de la Torre, pero el ‘Piojo’ Herrera lo tuvo como pieza clave en el equipo para Brasil 2014. Ahora, Juan Carlos Osorio lo considera el dueño de la lateral, por derecha o por izquierda, en ese gusto del técnico cafetero por los futbolistas polifuncionales. Layún también podría jugar en el medio campo.

LLEGÓ A EUROPA

El Watford de Inglaterra lo llevó a Europa, pero el Porto se lo quitó pronto tras un préstamo. Con los Dragones, se hizo de la titularidad. Su desempeño estuvo respaldado por la comodidad y bienestar que le producía jugar junto a otros mexicanos en el equipo portugués.

Goles en Champions League, pases para gol desde el tiro de esquina o con centros medidos que en algún momento parecían imposibles desde los pies de Layún. Silenciar detractores se volvió una costumbre para él.

La pasada temporada la terminó en Sevilla, ante la falta de minutos con el Porto, después de perder el puesto a causa de una lesión.

El lateral mexicano aún no termina por explotar. En una liga de mayor exigencia, frente a grandes equipos como Barcelona, Real Madrid y Atlético, aún se agazapa por momentos. El gol que le anotó a los ‘merengues’ en las últimas jornadas de la Liga puede ser el salto que necesitaba hacia la confianza.

En el Tricolor está seguro para ir a Rusia. Podría ser ahí el momento correcto para que termine de hablar, de una vez por todas, en el terreno de juego, que se borre su pasado, que se le de otro sentido al hashtag en redes sociales. Que se responsabilice por alguna alegría que pueda producirle a una afición que antes le dio la espalda, le cerró la puerta en la cara y que ahora necesita creerle.

cmb

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