Anticoncepción y autocuidado: la Generación Z rompe viejos tabúes en México
La Generación Z rompe los prejuicios sobre la sexualidad y exige acceso real a anticonceptivos, educación y salud reproductiva segura.

Hablar de sexo ya no es tabú para la generación que creció con internet. Las y los jóvenes de la Generación Z, de entre 15 y 29 años, están transformando la forma en que México entiende la salud sexual y reproductiva: buscan información, cuestionan a los médicos y exigen autonomía; sin embargo, algunas cifras muestran que aún no es suficiente.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud 2023, apenas uno de cada tres adolescentes que ya iniciaron vida sexual buscó información o atención en salud sexual y reproductiva; sin embargo, de los que la buscaron, el 94.6 % la obtuvo.
Por otro lado, también se indica que 22.8% de la población adolescente comenzó su vida sexual, de la cual aproximadamente 1 de cada 5 no utilizó método anticonceptivo en la primera relación sexual ni en la última (20.9 y 17.5%, respectivamente).

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Del silencio al autocuidado
Las generaciones pasadas aprendieron sobre sexo entre metáforas (“la abejita”, “la flor”). Hoy, la Generación Z nombra con naturalidad su cuerpo y decide informarse.
Denisse Beltrán, directora de marketing de la organización DKT México, observa que los jóvenes “ya no solo aceptan lo que el ginecólogo dice, preguntan, comparan y eligen”.
Esta apertura se traduce en más mujeres que optan por métodos de larga duración, como los DIU o los implantes subdérmicos, sin hormonas o adaptados a su cuerpo.
Vemos una generación más empoderada, que se informa, pregunta y va con su médico. Casi el 99 % de las mujeres puede usar estos métodos y son muy seguros y efectivos.”, explica la directora de marketing.
La Generación Z y la sexualidad
Denisse Beltrán asegura que el acceso digital también cambió la manera en que se informan la generación Z.
Hoy todo está a un clic de distancia. Ya no esperan a que el médico o la escuela les digan; buscan en redes, en Google o en TikTok, y eso tiene un doble filo: aprenden, pero también hay mucha desinformación.”
Para Beltrán, esta generación ha desarrollado una cultura del autocuidado que trasciende la salud sexual.
Ya no aceptan un método que no conozcan, ni jornadas laborales extenuantes. Cuestionan todo, desde los anticonceptivos hasta el sistema que los ofrece”, señala.
A diferencia de generaciones anteriores, los jóvenes también discuten abiertamente sobre diversidad sexual y relaciones no tradicionales.
Antes era solo ‘gay o lesbiana’; ahora hay LGBTTQ+, poliamor, y una idea más amplia del amor y el cuerpo”, explica Beltrán.
La anticoncepción no llega a todos
En el país, la cobertura de políticas de anticoncepción moderna alcanza 93.2 %, según el Atlas de Políticas Públicas de Anticoncepción en América Latina. Sin embargo, ese avance no garantiza que los métodos lleguen a todos los grupos sociales.
El doctor Eduardo Ceh, ginecólogo y colaborador en la organización M de Mujer explica que “el acceso legal no siempre significa acceso real”.
De acuerdo con ENSANUT 2023, en comunidades indígenas, alrededor de 35 % de las adolescentes no conocen ningún método anticonceptivo, lo que señala una brecha cultural y de acceso.

El caso de la interrupción legal del embarazo
Aunque en 12 entidades mexicanas la interrupción legal del embarazo (ILE) es un derecho, la falta de médicos capacitados y la objeción de conciencia siguen limitando su práctica.
En hospitales públicos debería haber al menos un profesional no objetor que garantice la atención, pero eso rara vez ocurre fuera de las grandes ciudades”, señala.
Las cifras reflejan esa desigualdad.
- Solo el 42 % de adolescentes hablantes de lengua indígena sexualmente activas usan métodos anticonceptivos, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2023 de México.
- Entre las mujeres jóvenes que nunca han tenido hijos, el uso de DIU o implantes es casi la mitad que en las que ya son madres.
- En comunidades rurales, muchas deben viajar hasta otras entidades para acceder a servicios o medicamentos como misoprostol y mifepristona, los más seguros y recomendados por la OMS.
Otro de los casos que explica el doctor Eduardo Ceh es la práctica de los legrados, que actualmente ya no son proscritos por la Organización Mundial de Salud
En muchos hospitales aún se realizan legrados, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud los proscribió. Es un procedimiento obsoleto y riesgoso. En su lugar, las guías internacionales recomiendan la aspiración manual endouterina (AMEU) o los esquemas combinados de mifepristona y misoprostol, que permiten una interrupción segura incluso desde el hogar, siempre con acompañamiento médico”, explica para Excélsior el médico especialista.

Una generación informada, una educación sexual atrasada
La Generación Z vive con más educación digital, pero la educación sexual formal sigue rezagada.
Entre las principales barreras están la falta de personal capacitado, la distancia geográfica, la saturación de los servicios públicos y el estigma. Las minorías, las personas sin recursos y los hombres trans enfrentan un doble juicio: económico y social.”, explica el doctor Eduardo Ceh
De acuerdo con la Secretaría de Salud, en la ENSANUT Continua 2022 se reveló que el 20.9 % de las personas de 12 a 19 años que ya habían iniciado su vida sexual no utilizó ningún método anticonceptivo durante su primera relación sexual.
Aunque el 79 % dijo conocer alguno, ocho de cada diez jóvenes admiten no saber realmente cómo funciona.
Los jóvenes están listos para decidir, pero el sistema no siempre está preparado para acompañarlos con rapidez ni empatía.
De la autonomía al derecho pleno
El cambio generacional está en marcha. Lo que falta es convertir esa apertura en acceso equitativo.
Especialistas coinciden en tres frentes urgentes:
- Educación sexual integral, con lenguaje directo y libre de estigmas.
- Acceso universal a métodos modernos, incluidos los de larga duración.
- Acompañamiento médico no punitivo, que priorice la salud física y emocional de las personas.
El ginecólogo Eduardo Ceh explica que siempre es mejor una medicina preventiva; sin embargo, a nivel epidemiológico hay muchas barreras y faltan programas de anticoncepción y de prevención de embarazos no deseados.
El aborto seguro y la anticoncepción son cuestiones de salud pública, no de moral. Si garantizamos acceso y acompañamiento médico, reducimos muertes y desigualdad”, concluye.
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