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El embajador

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

 

Cruzó nuestra frontera norte hace un año. Es el más carismático de los litigantes que habremos visto, incluso en series de televisión. El mejor comunicador dentro del gobierno de EU, a pesar de Donald Trump, por algo dicen en redes que merece un mejor presidente. Sin duda. Mañana cumple un año Christopher Landau como embajador estadunidense en México. Si a la salida de Roberta Jacobson, una funcionaria de primera, temimos que su lugar fuera ocupado por alguien con la “línea editorial” del republicano, hoy descansamos al reconocer que quien llegó fue otro funcionario de primer nivel, y qué alivio, pues la relación con Estados Unidos es acaso la más importante en materia de política exterior para nuestro país.

Mientras su presidente incendia todas las causas a punta de un tuit, el embajador Landau se ha convertido en un gran promotor de la cultura mexicana. Y un vaso comunicante entre su gobierno y el nuestro. Lo mismo se retrata comiendo tlayudas que un pozole; o junto a platillos de cochinita pibil, chiles en nogada o tacos al pastor que le presume a su hijo. Muestra sus visitas a museos, mercados y barrios populares en cualquier parte del país. Lo mismo llega a la Roma-Condesa que al desfile militar en el Zócalo o a la celebración del Día de Muertos en Pátzcuaro, Michoacán. No ha limitado sus visitas a variados rincones nacionales.

Y su labor la combina con una diplomacia tan ausente en la Casa Blanca. Previo, durante y después de la visita de Andrés Manuel López Obrador a Washington, se encargó de dar detalles de los preparativos. Ha sabido hacer de su trinchera un factor positivo en la relación de las administraciones de Trump y AMLO. Se ha preocupado por acercarse a los mexicanos, es de los pocos funcionarios que responde a los cuestionamientos que se le hacen en redes sociales y de qué forma. Ha logrado sacar provecho a esa inmediatez que permite la tecnología. Ha hecho de su cuenta de Twitter una plataforma dinámica en un mundo que urge por nuevas vías de comunicación. Se ha convertido en portavoz de causas que tal vez le serían ajenas, pero a las que se suma por la convicción que surge al ser representante de un país. Promovió la reapertura de los cines en la CDMX con el mismo ímpetu que la del Mercado de Jamaica.

Christopher Landau se ha colocado como un gran personaje dentro de la política de la región, lastimada en el pasado inmediato por los momentos en los que Trump se ha lanzado contra nuestro país, siempre por razones electorales y que, con su reelección en juego, seguro regresarán. Landau es capaz de comunicar incluso mejor que como se hace desde la Casa Blanca. Y qué contraste, pero dice mucho de su capacidad para responder allá y para colocarse aquí como una figura diplomática, amigable, cercana. Todo un embajador, pues.

 

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