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El dilema del IMSS

Viridiana Ríos

Viridiana Ríos

El dilema del IMSS es escoger entre dos males: (a) aumentar el gasto para mejorar la calidad y cobertura del servicio médico independientemente de los ingresos generados o (b) continuar dando un servicio de estándares relativamente bajos en términos de servicios, equipamiento y medicinas, pero que es más financieramente responsable. Es decir, o (a) se es financieramente irresponsable o (b) socialmente irresponsable.

Entre las dos alternativas, Andrés Manuel López Obrador está intentando abrir una tercera: aumentar el gasto sin tener que ser financieramente insostenible porque se ahorre dinero en compras.

Es decir, la idea que tiene este gobierno es que se puede ahorrar mucho dinero si se pone a los proveedores en cintura. Los proveedores, que no son unas blancas palomas, han hecho su agosto al costo vendiéndole caro al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Si esto se acaba, argumenta el equipo de AMLO, se podrá tener un IMSS con mejor cobertura de salud por la misma cantidad de dinero.

Aplaudo el arrojo de pensar que una tercera vía es posible y de estar dispuestos a invertir capital político en ello. Sin embargo, también veo dos problemas con esta idea: es demasiado optimista y se está implementando con errores.

Primero, el gobierno está siendo demasiado optimista y lo sabe. El gobierno tiene conocimiento de que los ahorros que se harán en el IMSS no van a alcanzar. Tanto así, que esta semana anunciaron que usarán las reservas financieras del IMSS para dar viabilidad a su operación durante la próxima década. Específicamente, para extender la cobertura a los beneficiarios del programa Jóvenes Construyendo el Futuro y a las trabajadoras del hogar.

El uso de las reservas es una situación delicada, pues aumenta el riesgo de que en los próximos 10 años el IMSS deje de ser sostenible. Las reservas fueron creadas en 2001 para garantizar que se tengan recursos para gastos médicos, enfermedades y maternidad, invalidez y vida, riesgos de trabajo y de jubilación y cesantía.

Tocarlas implica, de forma indirecta, reducir la cantidad de años que el IMSS puede vivir con sus propios recursos, sin tener que pedir prestado a la Federación, recibir subsidios o transferencias como sucede con el ISSSTE. Es decir, al hacer uso de las reservas, se está recortando la vida independiente del IMSS. De hecho, una vez considerados los gastos que el IMSS tenga durante el primer año del sexenio, se espera que el Instituto solamente logre ser sustentable hasta 2028. Esto es, dos años menos de lo que se estimaba el año pasado.

Segundo, la forma en la que se están buscando los ahorros debe sofisticarse. Una de las principales formas con las que están intentando ahorrar es la consolidación de las compras.

La idea es buena. Desde el periodo de Pepe Toño como director del IMSS se vieron los frutos positivos de la compra consolidada de medicinas. Gracias a ello, se atendió a más personas sin tener que gastar más dinero.

El problema es que no se pueden usar para todo producto. Dependiendo del producto que se adquiere, a veces las compras consolidadas pueden, incluso, subir los costos. Al consolidar las transacciones, se tienen que buscar proveedores que tengan capacidad de satisfacer una demanda muy grande. A veces sólo existe una única empresa con dicha capacidad, por lo que la compra consolidada termina creando un monopolio. Por ejemplo, cuando el IMSS intentó consolidar el servicio de víveres para enfermos y empleados en algunas regiones, sólo se encontró a una empresa que pudiera hacerlo y esto encareció estas contrataciones. En casos como estos, la compra consolidada no es un mecanismo deseable.

Así mismo, los precios que el gobierno está ofreciendo pagar por las medicinas son tan bajos que no se están recibiendo suficientes ofertas de proveedores.

Como resultado, se están adjudicando de forma directa muchas compras, creando un incremento en costos y abriendo la puerta a amiguismos.

Finalmente, otra cuestión riesgosa es la intención de querer distribuir medicamentos desde el IMSS. Generalmente, la distribución la realizaban los mismos proveedores de medicamentos. Ahora, el IMSS busca distribuir él mismo, labor para la que no tiene capacidad y, sobre todo, labor que implica un aumento en riesgos en caso de alguna falla. Peor aún, si se trata de distribuir por medio de otra compañía, quizá salga más caro.

 

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