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¿50% menos?

Viridiana Ríos

Viridiana Ríos

Si bien la idea de Morena de reducir el financiamiento de los partidos es necesaria, justa y loable, la forma en la que se está planteando la reducción es políticamente oportunista y poco democrática. De implementarse, la balanza tendería a favorecer a Morena y terminaría afectando la equidad de las contiendas electorales. El dinero de los partidos debe reducirse. Sin embargo, la reducción debe hacerse con una fórmula más justa.

Hace unos días, Andrés Manuel López Obrador planteó que los partidos políticos deben reducir su gasto.
Esto es absolutamente cierto. Actualmente, a nivel federal, los partidos nos cuestan 4.7 mil millones y 5 mil millones de pesos a nivel estatal. Tan sólo en 2018, mantener a los partidos y sus campañas (presidenciales y legislativas) nos costó cerca de 85 pesos por persona, es decir, 11 mil millones de pesos.

Esta cantidad es muy elevada y, pero aún, se incrementa cada año para satisfacer los intereses de los partidos y la clase política. Lo gastado el año pasado fue equivalente a casi una cuarta parte del programa estrella del gobierno de AMLO (Jóvenes Construyendo el Futuro) y fue dos veces el presupuesto en materia de prevención y control de las enfermedades ¡Ello no les resulta suficiente y el próximo año estiman que se les den 274 millones de pesos más! Esto es un abuso.

La cantidad de dinero público que reciben los partidos políticos es un abuso en un país con las necesidades y las desigualdades de México. Los partidos deben recibir menos dinero. Sin embargo, la propuesta que actualmente Morena abandera para reducir ese dinero no es justa por dos razones.

Primero, porque plantea reducir al 50 por ciento los recursos de todos los partidos, sin considerar la cantidad de recursos que cada uno recibe.

Esto equivale a querer cobrar los mismos impuestos a los ricos que a los pobres. No es lo mismo perder la mitad de tus recursos cuando tienes mucho dinero que cuando tienes poco. Hay partidos que, como Morena, aun si renuncian al 50 por ciento de su financiamiento, tendrán recursos suficientes para mantenerse a flote. Hay otros que, de hacerlo, quedarán de facto en bancarrota. Éste es el caso del Partido Revolucionario Institucional  y del Partido de la Revolución Democrática.

Esto se debe a que, actualmente, la gran mayoría del presupuesto público de los partidos se asigna de acuerdo con el número de votos que obtuvieron en la elección. Esto significa que Morena recibe al menos 81 por ciento más dinero que cualquier otro partido. Es decir, aun si Morena recortara su dinero a la mitad, recibiría más de lo que actualmente reciben todos los partidos de oposición, menos el Partido Acción Nacional.

Una mejor propuesta sería modificar la fórmula por la que se asignan los recursos estableciendo que el recorte será sólo con respecto al dinero que reciben los partidos en proporción a sus votos. No respecto a la totalidad el dinero.

Segundo, la propuesta de Morena me parece injusta porque no va al corazón del problema. El centro del problema de México no es el dinero que da el INE a los partidos, sino el que se da de forma ilegal por privados.

Actualmente, sólo se permite que privados donen un total de 137 millones a una campaña, cada simpatizante con un máximo de 2 millones. Esto es un monto total demasiado bajo para el costo total de la campaña y un monto por simpatizante demasiado alto. Así, la fórmula actual crea incentivos al subreporte de dinero y a la simulación.

Una mejor propuesta limitaría el dinero público con menos fuerza, y los candados a las contribuciones privadas ilegales con más fuerza. Las cantidades individuales que se donen a un partido deben ser mucho menores y la cantidad total, mayor. Esto requiere que el Instituto Nacional Electoral​ (INE) invierta en tener más auditores. Actualmente, el INE tiene menos auditores que elecciones por vigilar. Esto les impide sancionar y monitorear los gastos de los partidos de forma eficiente.

En general, celebro que AMLO plantee una reducción al dinero de los partidos, pero no considero que la propuesta actual sea la mejor forma. Reducir al 50 por ciento crea demasiadas ventajas para Morena. La alternativa no puede ser tampoco sólo dejar el financiamiento privado, pues ello crea una plutocracia y atenta directamente contra los intereses de los más pobres.

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