Tarde, pero bien dormidos

El miedo no anda en burro y la burra no era arisca

Dicen que el valiente vive hasta que el cobarde quiere, pero parece que en México la cosa va más por el lado de “el valiente vive porque el cobarde se la pasa dormido”. La reforma judicial en México y el tema de la sobrerrepresentación llevan tiempo en el horno, cocinándose a fuego lento, y, aunque ya olía a quemado, muchos de quienes tenían algo que aportar en la discusión abrieron los ojos justo a tiempo… para quemarse los dedos.

El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, despertó de un largo sopor para pronunciarse contra la reforma judicial, una semana después de que hablando dormido dijo que ésta sería positiva para una oportunidad de hacer cosas buenas y fortalecer el Poder Judicial.

Dicen que después de verlo sonámbulo, el gobierno de Joe Biden, a su vez presionado por empresarios y congresistas, decidieron zarandearlo hasta despertarlo y arrancarle la que ha sido la crítica más fuerte del gobierno estadunidense a las reformas del presidente Andrés Manuel López Obrador. ¿Y cómo no? Si también deben estar atemorizados por las alertas rojas de las calificadoras y bancos que avizoran una debilidad democrática e institucional, así como incertidumbre y golpe a las inversiones.

Los empresarios mexicanos, verdaderos campeones del sueño profundo, no se quedaron atrás. Es de admirar su capacidad para hacer como que no pasa nada mientras el barco se hunde. Tienen el arte de ignorar lo evidente hasta que la realidad les explota en la cara, y cuando finalmente deciden abrir los ojos, lo hacen con esa parsimonia digna de quien ha disfrutado de una siesta reparadora. Apenas el lunes pasado, unos días antes que el INE, encabezados por Guadalupe Taddei, les regalara la mayoría calificada a Morena y sus aliados, el Consejo Coordinador Empresarial y el Consejo Mexicano de Negocios emitieron posicionamientos hablando de cómo la sobrerrepresentación podía ser nociva y pedían un equilibrio. Tarde, pero bien dormidos eso sí.

Si bien es cierto que el miedo no anda en burro y la burra no era arisca, sino que la hicieron a base de amenazas y ataques en la mañanera, el temor o la conveniencia los ha mantenido en un estado de adormilamiento crónico que ni los tés de valeriana o tila logran.

La reforma judicial es una bomba de tiempo, la sobrerrepresentación es la mecha que se ha ido consumiendo y que sólo espera que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le dé la bendición, pero vienen otras reformas como la desaparición de los órganos autónomos. Sin embargo, seguramente pensarán ¿por qué tomar una postura clara y contundente cuando se puede dar una opinión neutra, casi desinfectada y a murmullos para no despertar la ira del inquilino de Palacio Nacional? Los empresarios parecen olvidar que la defensa de las instituciones no es algo que se pueda dejar para el postre o para después del café.

Son ellos los que tienen que lidiar con las consecuencias de las decisiones políticas y su estrategia de “mejor tarde que nunca” está muy lejos de ser efectiva. Lo cierto es que cuando la casa está en llamas, no basta con salir a la calle a gritar “¡Fuego!”, hay que tomar el extintor y actuar, y eso es algo que las cúpulas parecen haber olvidado.

Después de que la oposición perdió tan dramáticamente en las elecciones, se desdibujó, y los líderes sólo ven por sus intereses, el contrapeso se ha concentrado en el poder económico nacional y extranjero, de ahí la importancia de hacerse escuchar.

Al final, lo único que queda claro es que, si algo no cambia, el país puede tener un largo y agitado insomnio colectivo.

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