Pero ¿qué necesidad?
¿Qué necesidad había de ilusionar a Claudia Sheinbaum de que realmente ella tendría mano en la elección de candidatos y candidatas?
La necedad es una condición que adoptan algunas personas cuando insisten en llevar a cabo una acción, proyecto o decisión sin tomar en cuenta el contexto, los consejos o las claras señales que reciben de que su idea no caminará. Las personas necias persisten en sus errores porque se creen y viven sus propios cuentos y se cierran a la evidencia. Por eso cuando se enfrentan a la implacable realidad la caída es muy dolorosa.
Esta semana en el panorama político nacional, hubo muchas muestras de necedad e ignorancia.
¿Qué necesidad había de ilusionar a Claudia Sheinbaum de que realmente ella tendría mano en la elección de candidatos y candidatas? #Ternurita. ¿Qué necesidad de querer liderar un movimiento político si sabe que Andrés Manuel López Obrador no se lo va a permitir?
¿Qué necesidad de esperanzar a Omar García Harfuch de que él podría ser el candidato a la Jefatura de Gobierno de la CDMX? ¿Qué necesidad de que despilfarrara una millonada en espectaculares, medios, artículos promocionales, eventos, porras en los semáforos y redes sociales si al final se impondría la palabra del Presidente y de las “fuerzas vivas y radicales” de Morena?, ¿de qué le sirvió exponerlo y que le hicieran una campaña sacándole todos sus pecados del pasado? Clara Brugada tenía desde el primer momento la candidatura, por eso se le veía tranquila, sin ningún despliegue mediático o de recursos, nunca perdió la risa, porque sabía que tenía la bendición del inquilino de Palacio Nacional.
El proceso morenista ha estado lleno de necios. ¿Qué necesidad de Marcelo Ebrard de creer que en la elección del candidato presidencial de Morena se jugaría limpio? Desde el día uno supo que no sería así. ¿Qué necesidad del excanciller de montar todo un espectáculo y dejar en suspenso su decisión sobre su futuro político ahora hasta el lunes, sabiendo que con el paso del tiempo se vuelve cada vez más irrelevante?
Cuando mostró su inconformidad por cómo se eligió a Sheinbaum como la virtual candidata a la Presidencia, comenzó su calvario porque no tenía una ruta ni un plan que seguir. Los legisladores y morenistas que lo acompañaron al principio mostraron que su lealtad no era a prueba de presiones o extorsiones o amenazas y parece estar cada vez más solo.
En el ámbito judicial también hubo terquedades innecesarias. ¿Qué necesidad tenía Arturo Zaldívar de dilapidar su prestigio y terminar su cargo como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de la manera en que lo hizo? Sin cuidar la más mínima forma y confirmar que su corazón, voluntad y obediencia siempre estuvo con el mandatario federal. Cuando había una votación relevante en la SCJN ya se sabía que los votos de Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz eran determinados desde la Presidencia, pero en el caso de Zaldívar había una esperanza que votara como un jurista y no un militante. Hoy, su reputación quedó en entredicho y perdió lo más por lo menos.
Y hablando de la ministra Esquivel ¿qué necesidad de aferrarse a su cargo como ministra cuando tiene la credibilidad y la reputación por los suelos a causa del plagio de sus tesis de licenciatura y maestría?
¿Qué necesidad de los priistas que entregaron sus estados a Morena en los procesos electorales con tal de que nos los persiguieran? Olvidan que siempre serán un fusible desechable y serán considerados como traidores. El último en mostrar el cobre fue el exmandatario estatal de Hidalgo Omar Fayad, que selló su entrega al ser propuesto como embajador de Noruega.
Así, de necios y necias está lleno el reino de López Obrador.
