¿Otra vez, Lenia?
Esquivel aún tiene a la opinión pública con el alma en un hilo ¿es licenciada de verdad o simplemente tiene un honoris causa en plagiar tesis?
Un día sí y otro también, la ministra de la Suprema Corte de Justicia, Lenia Batres, se convierte en tendencia y no precisamente por su inigualable dominio del derecho, su lucidez o sagacidad en la interpretación jurídica. En la mayoría de las ocasiones, su presencia en redes es para dejar evidencia de su ignorancia sobre las leyes o el papel de la SCJN. Incluso, parece que se deleita en ser un blanco de memes. Uno podría pensar que tiene un acuerdo secreto con los creadores de contenido para hacerla famosa, porque su habilidad para superar cada metedura de pata es digna de campeonato. Ya hasta parece burla, cada vez que dice algo y le enmiendan la plana más de uno se pregunta ¿Otra vez, Lenia? ¿Cuántos más, Lenia?
También es común ver cómo las y los otros ministros, exceptuando, por supuesto, a Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, hacen esfuerzos descomunales para no soltar una carcajada en cada intervención de Batres, y aunque tratan de resistirse, en ocasiones las cámaras llegan a captarlos poniendo los ojos en blanco o colocándose en el “modo avión” para perder toda señal con la ministra. Cuando de plano no pueden resistirse y la paciencia se agota, vienen las correcciones y sacan el ábaco legal para explicarle con palitos y bolitas que lo que está diciendo es una verdadera barrabasada, que leyó mal un artículo, que no está interpretando adecuadamente, que ya se saltó de tema o de plano de página, que deje de ser ofensiva con el resto de sus compañeros y que sus constantes exabruptos no son libertad de expresión.
Cada vez que abre la boca o trata de leer el texto que sus asesores le escriben, parece que se encendiera una luz de neón que dice ¡error! Sin embargo, todo esto no hubiera pasado si el expresidente Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena hubieran sido responsables. Haberla propuesto ya era un pecado, haberla ratificado fue condenarla a hacer el ridículo, una y otra vez.
No es la única, Esquivel y Ortiz no cantan mal las rancheras, pero a diferencia de Batres, ellas son menos vocales. Saben que con alzar la mano cumplen su cometido y seguramente conocen perfectamente el dicho: “es mejor estarse callado y parecer tonto que abrir la boca y despejar cualquier duda”.
Sin embargo, también tienen lo suyo. Esquivel aún tiene a la opinión pública con el alma en un hilo ¿es licenciada de verdad o simplemente tiene un honoris causa en plagiar tesis? Cada recurso legal que presenta para evitar que la UNAM se pronuncie es como un episodio más de esta novela de terror interminable. Todos siguen esperando el desenlace con el Jesús en la boca.
Finamente, Ortiz ya alzó la mano para decir que ella, con la recién aprobada reforma judicial, si quiere repetir en el cargo, pero a través del voto popular. Así pues, como lo comentó el ministro Javier Laynez, estarán en permanente campaña. ¿Y las leyes apá? ¿y su responsabilidad como defensoras de la Constitución? Eso puede esperar, porque primero estará la política, las campañas, obedecer lo que le piden desde Palacio Nacional y luego la justicia.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha señalado que es tiempo de mujeres. Las hay en puestos de responsabilidad, encabezando poderes, comisiones o cámaras. Por eso es irónico que sean precisamente tres ministras a las que les den el triste papel de defender lo indefendible, de ir en contra de los básicos del derecho, de restarles autonomía y obligarlas a ir en contra incluso, de lo que en otras ocasiones apoyaron. Un trío surrealista que estará en la SJCN más tiempo del que deberían.
