La mañanera

¿Para qué responder directamente lo que se le pregunta si puede transformar cualquier pregunta incómoda en una oportunidad para un monólogo?

La aspirante presidencial de la coalición Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez Ruiz, anunció que, al igual que Andrés Manuel López Obrador, realizará a partir de mañana 29 de enero a las 10 am, su propia conferencia de prensa y la llamará Mañanera de la verdad.

La mañanera que ha encabezado el tabasqueño desde que inició su mandato, ha sido una herramienta muy útil para mandar sus mensajes a su feligresía. Con este “diálogo circular” como le gusta decirle ha pretendido crear una ilusión de transparencia y rendición de cuentas. Sin embargo, la evidencia ha demostrado que este ejercicio es todo lo contrario.

Ha perfeccionado el arte de evadir con elegancia. ¿Para qué responder directamente lo que se le pregunta si puede transformar cualquier pregunta incómoda en una oportunidad para un monólogo? ¿Para qué hablar rápido si puede utilizar la táctica del caracol? Parece que su meta es que los periodistas bostecen más veces de las que toman notas. No es gratuito que convoque a las 7 de la mañana, las y los reporteros tienen que madrugar para entrar a Palacio Nacional.

Eso sí, el mandatario les sale con el cuento que se levanta temprano para tener reuniones de seguridad. Aunque por los resultados alcanzados en esta materia, sería bueno que se levantara más tarde. Tal vez más despejado y con menos sueño logra establecer una estrategia que sí funcione y combata al crimen organizado.

Otra característica de la mañanera es la duración. La llena de temas y las respuestas a las preguntas son kilométricas, el tiempo invertido actúa como un espejismo de sustancia y profundidad.

Una táctica que también le ha funcionado al Ejecutivo es sembrar las preguntas. ¿Hay democracia en la selección de preguntas? Seguramente, Jesús Ramírez, coordinador de Comunicación Social de Presidencia, responderá: “Esto es una conferencia de prensa, no una elección popular”. Todo es una puesta en escena donde parece que hay una rifa, una equidad en quién va a preguntar y una inclusión cuando el Presidente da la palabra. Casualmente, la mayoría de las preguntas provienen de sus medios patitos afines y felizmente son preguntas que le sirven para meter gol.

Por supuesto, esta mañanera se ha convertido en el tribunal máximo del país. Desde ahí, López Obrador imparte justicia celestial. Él decide quién es santo o diabólico, quién merece un pase directo al paraíso o quién va al paredón. Es como una parodia del juicio final donde medios, periodistas, organizaciones sociales, instituciones, oposición, empresarios y quien esté en su libretita de los rencores están invitados. Por supuesto, no se debe olvidar su mágica habilidad para viajar en el tiempo. ¿El país tiene problemas?, ¡todo es culpa del pasado!

Si nada de esto sirve ¿por qué no agregar un poco de drama y desaparecer la privacidad de los periodistas que cubren la conferencia? ¿Qué tal un poco de acción al estilo coliseo romano, lanzando a los periodistas a los leones? El error que cometió la oficina de Ramírez no tiene perdón. El descuido, negligencia o acción planeada pone en riesgo a 300 personas, muchas de las cuales son acusadas de cometer el peor de los crímenes de la 4T, hacer su trabajo y cuestionar al Presidente.

Por supuesto, la verdad es opcional en la mañanera. Prácticamente nada de lo que dice el Ejecutivo tiene evidencia o puede probarse, pero eso le tiene sin cuidado, para él lo único que importa es decirle a la gente lo que quiere escuchar porque el circo debe continuar.

Gálvez Ruiz tiene el reto de hacer exactamente lo contrario en su mañanera y aun así lograr que sea relevante y entretenida.

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