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¿A qué le tiras cuando sueñas, Presidente?

Vianey Esquinca

Vianey Esquinca

La inmaculada percepción

Aunque, como dice la canción de Chava Flores, soñar no cuesta nada y ¡qué ganas de soñar! Al Presidente se le ve cada vez más soñador. No es que se haya caracterizado por tener una personalidad especialmente realista o aterrizada, pero hoy las fantasías parecen rebasar a su gobierno y a su partido. 

 ¿A qué le tira el mandatario cuando decide mostrar un cadáver? Porque la reforma electoral que presentó, nació muerta. Ni siquiera requirió primeros auxilios, porque no se le movía ningún artículo y la oposición le dio los santos óleos antes de que siquiera saliera de Palacio Nacional. Si espera que el rechazo en el Congreso se traduzca en el apoyo generalizado de la gente, muy probablemente su sueño se va a convertir en pesadilla, porque el INE, ese instituto que pretendía destruir con la reforma, tiene la confianza y credibilidad de la ciudadanía. 

Las autoridades electorales, incluyendo al TEPJF, sí gozan de cabal salud. 

¿A qué le tira López Obrador al permitir una campaña de linchamiento de su partido contra la oposición por no aprobar su reforma eléctrica, si los va a requerir para intentar (se vale soñar) pasar otras iniciativas constitucionales? El discurso de odio que Morena ha emprendido, con anuencia de su líder máximo, es un contrasentido cuando se trata de armar acuerdos. 

 ¿A caso pretende el tabasqueño que la oposición haga lo que él hizo cuando Donald Trump lo insultó?, ¿hacer como que había sido un mal sueño que nunca pasó? 

El problema es que no fue sueño ni una alucinación. El exmandatario estadunidense reveló que “nunca había visto a nadie doblarse así” refiriéndose a cómo doblegó a López Obrador y al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, obligándoles a poner 28 mil soldados en la frontera para detener la migración, a cambio de no poner aranceles. 

 ¿A qué le tira el Ejecutivo al destapar a sus corcholatas anticipadamente? Ahora a su lista de precandidatos: a Claudia Sheinbaum y a Marcelo Ebrard, se ha sumado el secretario de Gobernación, Adán Augusto López. 

 Si pretende demostrar que el partido Morena tiene muchos cuadros, además de Claudia Sheinbaum, alguien debería despertarlo para decirle que está provocando un juego perverso en el que gana quien no quede despedazado de las intrigas y los golpes bajo la mesa. Si no ha aprendido con lo que está pasando con su exconsejero jurídico, Julio Scherer, y el increíblemente —todavía fiscal genera— Alejandro Gertz Manero, es que le gusta mantenerse dormido. 

 ¿A qué le tiró el Presidente cuando mantuvo al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, al frente de la estrategia para controlar la pandemia? A todos los errores que se fueron acumulando en los últimos dos años, se sumó que el día de ayer habrían caducado alrededor de un millón de vacunas contra covid-19. Por eso es que, a marchas forzadas, se intentó vacunar en varias entidades. 

Este sábado se podía observar en oficinas públicas y privadas, en macropuestos de vacunación, en centros comerciales y farmacias, incluso camellones, a personal de salud aplicando las vacunas. Adiós al control, los 30 minutos de espera para ver si había o no reacciones, comprobante de domicilio o recomendaciones. Todo adulto que quería podía acceder a una dosis de AstraZeneca. 

Al gobierno federal le falló el cálculo y la administración, como ha sucedido desde el 2018. 

Ni el mandatario mexicano ni Morena se han querido dar cuenta de que mientras ellos siguen en los brazos de Morfeo y le apuestan y hablan a quienes se mantienen dormidos, mucha gente ya despertó y otros están despertando.

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