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3 años de pocos ganadores y muchos perdedores

Vianey Esquinca

Vianey Esquinca

La inmaculada percepción

El 1º de julio se celebraron 3 años de que Andrés Manuel López Obrador arrasó en las urnas durante las elecciones. Desde ese momento empezó a gobernar, porque el entonces presidente Enrique Peña Nieto, como perrito que se comió el jabón, empezó a preparar su salida.

En este periodo ha habido víctimas y victimarios, ganadores y perdedores. Los que han sentido estos 3 años como 3 minutos bajo el agua son las madres y padres de familia, a quienes lo mismo les quitaron las guarderías al inicio de la administración, que han sufrido el desabasto de medicamentos para combatir el cáncer de sus hijos e hijas. Otras damnificadas han sido las organizaciones sociales, que se convirtieron de la noche a la mañana en adversarias del gobierno. El Presidente ha emprendido una persecución no solamente desprestigiándolas, sino, además, persiguiéndolas a través de modificaciones de ley.

Otro gran perdedor ha sido el periodismo. Los medios y periodistas han estado bajo el asedio presidencial, nunca antes habían sido tan vilipendiados. El mandatario mexicano también ha convertido a las personas de clase media en adversarios políticos, sólo porque aspiran tener una mejor vida. A juicio de la 4T eso es un pecado.

Los derechos humanos también forman parte de este lamentable listado. La Comisión Nacional de Derechos Humanos se convirtió en un florero dependiente del Ejecutivo. Otra gran víctima de estos 3 años es la certeza. No se sabe con qué nueva ocurrencia va a salir el Presidente, qué ley o reforma pretenderá cambiar, las empresas viven con el Jesús en la boca sufriendo los embates presidenciales. Quienes no aceptan las reglas de la 4T son peores que el demonio.

Pero para que haya víctimas tiene que haber verdugos capaces de llevar a cabo la persecución. Ese lamentable papel ha estado a cargo de la UIF, el SAT y la Fiscalía General de la República, instituciones que han sido usadas para perseguir a los enemigos políticos.

Por supuesto, también hay ganadores. Los primeros y más felices son los cárteles del crimen organizado, que han logrado que sea su ley la que prevalezca. No es casualidad que en los estados donde hay mayor presencia del narcotráfico haya ganado Morena.

La opacidad de las compras gubernamentales también festina el triunfo de Morena. Las licitaciones brillan por su ausencia. También son felices los funcionarios que, gracias a la cercanía con el Presidente, han hecho de las suyas. Manuel Bartlett, titular de la CFE, encabeza la lista.

Lo que es un hecho es que, en estos 3 años, la ciudadanía ha vivido promesas incumplidas. El 15 de enero de 2020 el mandatario dijo que habría resultados en materia de seguridad: “El día 1º de diciembre terminamos de sentar las bases de la transformación del país. Este año van a haber resultados en esto que es el tema más difícil que hemos enfrentado (seguridad)”. Ese mismo mes también dijo en materia de salud: “El 1º de diciembre de este año (2020) va a estar funcionando el sistema de salud pública con normalidad, con servicio de calidad, atención médica y medicamentos gratuitos. Va a estar funcionando como los servicios de salud que hay en otras partes del mundo, como en Dinamarca, así aspiramos, como en Canadá, como en el Reino Unido”.

Pues llegó ese mes y no pasó nada, seis meses después tampoco. El país no es Dinamarca, Canadá o Reino Unido y tiene las más altas estadísticas de homicidios. México está más dividido que nunca y lo peor es que faltan 3 años más de gobierno. Por eso, lo que falta será una prueba de resistencia para muchos o el paraíso para otros.

 

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