Tejido social

Un buen amigo me recordó, hace poco, la intervención del filósofo Isaiah Berlin en una conferencia llevada a cabo en la afamada London School of Economics, titulada Para definir el populismo. En ella, el también politólogo e historiador destacó la siguiente ...

Un buen amigo me recordó, hace poco, la intervención del filósofo Isaiah Berlin en una conferencia llevada a cabo en la afamada London School of Economics, titulada Para definir el populismo. En ella, el también politólogo e historiador destacó la siguiente característica del populismo: “Falsamente, o no, siempre dice representar a quienes de alguna manera han sido perjudicados por un presunto enemigo. Puede aducir a una élite económica, política o racial, a enemigos ocultos o manifiestos, nacionales o extranjeros, puede culpar al capitalismo o a los judíos…, da igual, en realidad no importa quién o qué sea el enemigo”. Lo expuesto en 1967, sigue vigente. Los regímenes populistas, efectivamente, necesitan un enemigo, real o ficticio, contra el que puedan infundir resentimiento (y lo harán cada mañana, si está en sus manos): puede ser contra La Casta (Milei), La Oligarquía (Bolsonaro), contra China o el pueblo mexicano (Trump), contra Estados Unidos u Occidente (Putin), contra algún político opositor (Erdogán), contra los especialistas técnicos o expertos (Michael Gove), o contra cualquiera que se oponga a su voluntad, tildándolos de conservadores, fifís, neoliberales, aspiracionistas, corruptos e hipócritas. Incendiar así los ánimos reditúa votos y mantiene artificialmente los niveles de aprobación elevados, porque, en el discurso, defender el bien de la mayoría en contra de los intereses de una minoría siempre parecerá algo justo. El peligro es polarizar en un país en el que 75% de sus habitantes se sienten inseguros (Inegi). Exacerbar las divisiones en donde la impunidad ha llevado a que no se denuncie 94% de los delitos, porque sólo 4% se investiga y, de éstos, menos de 1% se resuelve (datos de Impunidad Cero y México Evalúa), contribuye al alarmante aumento de linchamientos en México. Investigaciones del Instituto Belisario Domínguez y la UAM muestran que, sólo de 2016 a 2022, se registran 1,423 víctimas de linchamientos en nuestro país. Esto significa una media de poco más de 22 linchamientos al mes, según la CNDH. El infausto asesinato de la niña de 8 años en Taxco de Alarcón ha sido el caso más reciente y fue motivado por la frustración generada por la demora de las autoridades para generar una orden de aprehensión y cateo, pero también nos recordó el caso del joven abogado Daniel Picazo, a quien 200 habitantes de Papatlazolco injustamente ataron, golpearon y quemaron vivo, por un mero rumor difundido a través de WhatsApp. Desde el famoso experimento de Milgram (1963) sabemos que la mayoría tiende a plegarse a los preceptos de la autoridad, y gracias al experimento de Asch (1951), que los individuos suelen ceder a las presiones de un grupo, así que no hay misterio: si deliberadamente se rasga el tejido social por motivos políticos y esto se combina con una fallida estrategia de seguridad e impartición de justicia, el resultado tenía que ser el aumento del odio. Quizá por eso se estén incrementando los linchamientos en México desde 2017. Por cierto, es muy elocuente que el 4 de abril se estrene la película mexicana Un actor malo, la cual, según la sinopsis, aborda los temas de abuso sexual, impunidad y linchamiento, ya que el grado de civilización o barbarie de un pueblo siempre encuentra su reflejo en las expresiones artísticas.

ASOCIAL

Dada su falta de interés en socializar, se considera que el ornitorrinco es el segundo mamífero más asocial, junto con el leopardo de las nieves. El primero es el Koala, al cual, de hecho, se le considera antisocial, pues, a pesar de su apariencia entrañable, es muy violento con otros koalas.

Temas: