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El terror de Ciudad Juárez se repite

Ruth Zavaleta Salgado

Ruth Zavaleta Salgado

Zurda

 

La campaña de odio denominada: Traidores de la patria es una cortina de humo que han tendido varios actores políticos afines al gobierno para ocultar la gravedad de los hechos que se han presentado durante las últimas semanas en algunas entidades de la República, por ejemplo, el doloroso y exponencial crecimiento de desapariciones y asesinatos de niñas y jóvenes en Nuevo León.

Cuestionado al respecto, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que: “En todos los estados hay hechos lamentables. En casi todos.” Ésa es la verdadera tragedia en México, tener un titular del Poder Ejecutivo que normaliza el grave problema de asesinatos de mujeres, ¿acaso por un sicópata o por un grupo de criminales?

En esta misma semana, visiblemente preocupado, el gobernador de esa entidad, Samuel García, declaró que ya habían aparecido cinco mujeres y faltaban 26 más. Lamentablemente, no fueron cinco mujeres vivas, sino los cuerpos de cinco niñas reportadas como desaparecidas entre el 15 y 19 de abril en diferentes municipios: Irma Hernández Cruz de 19 años y Brisa Anahí Porras Cerda de 16 años (15 de abril), Jenifer Nicool Almaguer Vargas (16 de abril), Irlanda Marcela Ramírez Martínez e Ingrid Guadalupe Castillo Ríos (19 de abril). Es decir, mientras buscaban a Debanhi Susana Escobar, desaparecida el 9 de abril, secuestraron y asesinaron a otras niñas (la gran mayoría aún no aparecen). Lo más impactante fue conocer la noticia de que Debanhi también estaba muerta a pocos metros de donde había desaparecido y que, quizás, el trabajo de su búsqueda, tal y como lo denuncian sus padres, fue negligente.

La ola violenta contra niñas y jóvenes de forma coyuntural en determinados estados de la República no es nueva, comenzó a principios de la década del 2000 en Ciudad Juárez. Eso motivó que la Cámara de Diputados y el Senado de la República instalarán comisiones especiales de investigación en septiembre y octubre de 2003. Asimismo, el viernes 30 de enero de 2004 fue publicado en el Diario Oficial de  la  Federación, el Acuerdo A/003/04 por el que se creó la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos relacionados con los homicidios de Mujeres en el Municipio de Juárez, Chihuahua. Además, se instaló un Observatorio de seguimiento a las acciones de gobierno, conformado con organizaciones diversas de la sociedad civil.

También, a partir de ese entonces, se aceleraron los cambios a las leyes secundarias a nivel federal y al Código Penal para tipificar el delito de feminicidio, se creó el Instituto Nacional de las Mujeres y se le dotó de recursos para impulsar una política de Estado para garantizar los derechos reconocidos (constitucionalmente) de las mujeres. Se crearon nuevas leyes tanto en lo federal como en lo local y se creó el protocolo para declarar la Alerta de Violencia de Género en aquellos estados en donde se incrementan los homicidios contra las niñas y mujeres.

Pero todo ha resultado insuficiente. Desde ese entonces (2003) ha gobernado el PAN, el PRI y Morena, y los feminicidios siguen creciendo. La diferencia es que, en los anteriores sexenios, el Presidente de la República en turno, reconocía la gravedad del problema e impulsaba acciones para enfrentarlo. Por ejemplo, con Vicente Fox se avanzó en el fortalecimiento del Instituto de la Mujer, con Felipe Calderón se aprobó la Ley de Acceso de las mujeres a una Vida Libre de Violencia y se etiquetó un presupuesto especial; y con Enrique Peña Nieto los avances fueron mayores porque uno de los tres ejes del Plan Nacional de Desarrollo era la igualdad de género, impulsó tres programas especiales, se fortaleció el Conavim, se creó un sistema de información de datos sobre violencia de género a nivel nacional y se reformó la Constitución para garantizar la participación política paritaria.

Ante las evidencias, valdría la pena que los legisladores reflexionaran sobre lo que, en este momento, es verdaderamente urgente de atender: recuperar la paz para nuestras niñas y adolescentes en lugar de encabezar campañas de odio.

 

 

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