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El INE: el árbitro asediado

Ruth Zavaleta Salgado

Ruth Zavaleta Salgado

Zurda

La noche del 6 de julio de 1988, miles de mexicanos participamos para darle otro rumbo al país. Comprometidos con la lucha social y, a diferencia de aquéllos que intentaron por la vía armada ese cambio, creímos que el camino era a través de las instituciones. Sin embargo, el sistema no estaba preparado para respetar la decisión ciudadana: que un voto representara un voto.

Previo al proceso electoral de 1988, donde el Frente Democrático Nacional competiría con Cuauhtémoc Cárdenas como candidato a la presidencia de la República, Ramón Gil Heráldez y Javier Ovando Hernández fueron asesinados en las calles de la Ciudad de México. Ellos serían los responsables de recabar los datos de las actas electorales y tratar de impedir cualquier intento de fraude.

Los días siguientes a ese 6 de julio, la Comisión Federal Electoral, dependiente de la Secretaría de Gobernación y responsable de los procesos electorales, modificó la tendencia que daba como ganador a Cuauhtémoc Cárdenas. Fue el gran fraude que cambió la vida política nacional.

La lección quedó: si queríamos modificar al sistema, primero tendríamos que tener un árbitro, una institución imparcial que diera certeza a los procesos electorales. Del sufragio efectivo, pasamos al respeto del voto.

El árbitro electoral que le dio el triunfo al actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, está siendo asediado. El motivo: el incumplimiento de la ley por algunos candidatos. Como, por ejemplo, el candidato de Morena a la Gubernatura del estado de Guerrero. El pretexto del asedio: la supuesta parcialidad del Instituto Nacional Electoral (INE).

Ya lo intentaron en julio del año pasado con motivo de la renovación de cuatro consejeros; buscaron influir para designar a personajes cercanos al Presidente de la República y al Movimiento Regeneración Nacional. Y hace unos días, el Presidente de éste movimiento señaló “el INE debe renovarse o exterminarse”.

¿Cuántos años ha costado construir una institución que ha dado certeza electoral a los mexicanos? ¿Cuántas personas murieron y fueron perseguidas en los últimos cuarenta años para que tuviéramos procesos electorales más certeros? Sí, no es una exageración, la democracia mexicana ha tenido vidas ofrendadas.

En 2023 serán renovados cuatro de los actuales consejeros del INE. Serán renovados un año antes del proceso electoral, cuando se elegirá al nuevo Presidente de la República. Pero hay algo antes, la denominada “consulta” sobre la renovación del mandato, en 2022. Un ejercicio absurdo, sin lugar a dudas, tanto para los seguidores como los opositores del titular del Poder Ejecutivo actual.

Entonces, no se trata solamente de lo que sucede en estos momentos. El cuestionamiento y ataque contra el INE, por retirar las candidaturas de aspirantes que incumplieron con los procesos legales de rendición de cuentas es parte de una estrategia general para disminuir la confianza en él y en sus consejeros.

Si para disminuir la confianza de los ciudadanos en el INE se apela a los mismos ciudadanos, miremos los resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020, realizada por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi). De acuerdo con la pregunta sobre las instituciones con mayor confianza, el INE se ubica en el tercer lugar: un 18.8% le guarda mucha confianza, 40.8% algo, 25.9% poca y solamente un 13.0% no le tiene confianza.

Durante los procesos electorales, dirigentes, candidatos y militantes de los diversos partidos políticos buscan desprestigiar a los contrarios para obtener más votos. ¿Por qué cuestionar al árbitro electoral cuando solamente está pidiendo el respeto a la ley y a las normas?

El 6 de junio, millones de ciudadanos elegirán a sus representantes y gobernados. Los resultados serán informados por el INE y sus organismos locales. Éstas son las instituciones que miles de ciudadanos consolidamos a lo largo de la construcción democrática. Hay que mantenerlo, fortalecerlo. No hay que hacer caso a los cantos de la ira autoritaria.

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