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Más vivos, menos muertos

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

Continuamente se acusa a la actual administración de autoritaria por diversos temas y coyunturas. Sin embargo, día con día vemos acciones similares los hechos ocurridos la semana pasada que nos demuestran lo contrario.

Preferirnos vivos, antes que muertos, sí es un cambio de paradigma. Sería un país diferente si en el pasado hubiéramos optado por una estrategia de seguridad –donde estuvieran en el centro las personas– hoy tendríamos más de 200 mil mexicanos que no sólo eran nuestros conciudadanos, también eran madres, padres, esposas, esposos, hijas, hijos, hermanos y amigos. Actualmente son personas que han muerto por esta guerra sin sentido o desaparecidos.

Y sí, es mejor optar porque “un dirigente puede arriesgar su vida, pero no puede poner en peligro la de los demás” a “Se perderán vidas humanas inocentes, pero valdrá la pena”. Haber votado por el cambio se nota, más cuando nuestros gobernantes nos ven como personas, individuos, seres susceptibles al miedo de perder a un ser querido o de que faltemos en nuestras casas; y no como una cifra.

Afortunadamente, las acciones protagónicas de encabezado sensacionalistas se han quedado atrás. Hoy, la administración pública no trabaja por un titular en primera plana, que exponga como trofeo de caza, personas presuntamente delincuentes; mientras al mismo tiempo oculta  a los cientos de muerto que el “fuego cruzado” ocasionó.
Hoy la seguridad social deberá priorizar la parte social y humanista.

La apuesta y nueva misión es sencilla de explicar. Se privilegia la preservación de la vida y la construcción de paz en contra de las fábricas de rencor que caracterizan a los conservadores. La estrategia se funda en el trabajo de inteligencia, evitar al máximo el enfrentamiento y fortalecer el marco legal para verdaderamente disuadir a los infractores.

También la percepción y realidad de impunidad es brutal, los miles de delitos denunciados contra las sentencias condenatorias y la reparación del daño a las víctimas es abismal. Los desvíos de más de 302 mmdp en años anteriores, destinados a seguridad, evitaron que las policías municipales y estatales tuvieran selección, reclutamiento, capacitación, salarios y retiros dignos.

En la numeralia nacional se concentra un 90% de delitos del fuero común. Los sistemas penitenciarios fueron, por decir lo menos, ignorados. Ello aunado, al abandono de los jóvenes que fueron buscando en opciones ilícitas una forma de vida, lo cual es parte del cóctel siniestro que hoy padecemos.

Cuando se nada contracorriente se va más lento, pero se adquiere mayor fortaleza. No olvidemos que antes, la batalla era lograr notas espectaculares y escritas con sangre. El escenario de las “víctimas colaterales” para justificar trabajo debe terminar. La prioridad hoy es la gente, a quien también se olvidó para saciar egos criminales.

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