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¡Patria o muerte, venceremos!

Ricardo Pascoe Pierce

Ricardo Pascoe Pierce

En el filo

 

Hay líderes políticos propensos por el autoritarismo que adoptan métodos similares para ejercer y manipular el poder. Encuentran, tanto en la polarización como en la elevación deliberada de la tensión social, los instrumentos ideales para crear divisiones infranqueables en la sociedad, favorables a sus intereses.

Estos líderes buscan que la división interna les ayude en su tarea de hacerse del poder por tiempo indefinido. Y para que la división interna les resulte útil para mantenerse en el poder, deben definir objetos de odio que pueden conmover emocionalmente a sus apoyadores y concitar su fidelidad.

Esos objetos de odio son diversos, dependiendo de la sociedad y su historia. Pueden definirse por el temor a una invasión extranjera o ante la presencia de masas de inmigrantes de países racialmente distintos o por personas de religiones diferentes o diferencias económicas entre clases y estamentos de la sociedad o, incluso, diferencias en cuanto a preferencias sexuales. Consecuentemente, las consignas políticas sobre la corrupción, el neoliberalismo, odios de clase, la perversión de “una forma natural de vida” o la invasión de migrantes o el terror a otras religiones y razas son el terreno fértil para incitar una reacción emocional en contra de quienes son vistos como una amenaza a la forma de vida de una sociedad.

El secreto a voces de estos gobernantes es que prefieren métodos coercitivos para mantenerse en el poder y desprecian las prácticas democráticas para dirimir las diferencias naturales en toda sociedad. Destruyen sistemáticamente a las instituciones democráticas que consideran estorbos a su ejercicio desenfrenado del poder. Para lograr su propósito tienen que profundizar y agravar la polarización en la sociedad. La división les sirve.

Y cuando se trata de un “enemigo” del exterior, la convocatoria al espíritu nacionalista redobla la impronta autoritaria. El líder no quiere ceder el poder por vía de procedimientos democráticos, sino lo usa para promulgar decisiones por vía del instrumento del decreto.

Estos líderes se apropian de poderes extraordinarios y muchas veces utilizan la denuncia de supuestas amenazas a la seguridad nacional para decretar la desaparición de poderes y la instauración de un Estado de excepción para gobernar sin un Congreso, sin el Poder Judicial y, definitivamente, sin elecciones o controlados por ellos. Eso sí, pactan con poderes fácticos para construir un dique infranqueable de fuerza política.

Cuando enfrentan resistencias a su gobernanza, retan a las fuerzas opuestas subiendo la apuesta de confrontación al máximo posible. Esa elevación de la apuesta se debe a que su método de gobierno es precisamente la polarización, la cual implica la disposición a ir más lejos que otros en la confrontación.

Así, Putin amenaza a Ucrania con una invasión, colocando el 75% de sus fuerzas militares en la frontera de ese país, ¡incluyendo la amenaza de emplear armas nucleares! Eso es subir la apuesta al extremo. Sin ir tan lejos, Trump amenazó a su propio país con una guerra civil si no se cancelaba la elección que perdió. Y el presidente López Obrador amenaza a sus opositores con declararlos traidores a la patria si no votan como él quiere en el Congreso. El método de elevar la apuesta al máximo para ganar e imponer su punto de vista es el método común de todos ellos. Es una especie de “patria o muerte, venceremos”.

Es el método de quien accede al gobierno por la vía democrática para, acto seguido, buscar minar esa misma democracia con la idea de apoderarse indefinidamente del poder. A veces les funciona y a veces no. Depende de si la respuesta de la sociedad es de rechazo o no a la pretensión autoritaria. Cada país tiene su historia. Como nosotros.

 

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