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Muro de dictadores

Ricardo Pascoe Pierce

Ricardo Pascoe Pierce

En el filo

 

Debo ser absolutamente honesto. La frase “muro de dictadores” no es mía ni la inventé. Es un plagio de frases parecidas tomadas de destacados miembros de la actual administración federal y sus adláteres: Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Citlalli Hernández, Andrés Manuel López Obrador, entre otros. Señalaban y denunciaban a muros puestos alrededor de la Cámara de Diputados después de disturbios callejeros que ellos provocaron cuando unos resultados electorales no les favorecieron.

Así que el tema, y la tentación, de los muros no es nuevo en México. De hecho, llevamos por lo menos toda la gestión presidencial de cuatro años de Trump discutiendo sobre los muros, en las fronteras norte y sur.

Bastante experiencia hemos tenido como país en materia de esos muros. En el caso de la frontera sur el reto ha sido cómo lograr que nadie entre al país convirtiendo a la Guardia Nacional en una Border Patrol autóctona y orgullosamente mexicana. Vaya, la Guardia Nacional es el muro. Y en el caso de la frontera norte el reto es cómo brincarlos sin ser detectados por la Border Patrol original, la gringa. Dos circunstancias diferentes, pero con el mismo dilema: aprender a convivir con un muro.

Así que hablar de muros y separatismo en México no es nuevo. En todo caso, lo que calienta es ser recordado de los dichos anteriores de los funcionarios actuales que antes condenaban los muros y ahora, casualmente, los alaban y le encuentran una dulce función: nos devuelven la paz, nos aseguran. ¡Hipocresía!, gritarán algunos. ¡Responsabilidad!, responderán otros. Siempre hay dos caras en la moneda.

Siempre hay muros alrededor de las prisiones. Ahí está Almoloya, de donde escapó El Chapo Guzmán a través de un túnel de más de un kilómetro de largo.También alrededor de los campos de concentración, como Auschwitz-Birkenau, en la Polonia ocupada por la Alemania nazi, y que hoy es el símbolo mayor del Holocausto.

No nos sorprende, pero es necesario refrendar la función de los muros contenedores. Michel Foucault habla de la función de “vigilar y castigar” de las prisiones (ergo el muro), donde el poder disciplinario es fundamental para el control político-social en una sociedad. La idea de control disciplinario es fundamental para controlar las expresiones de disenso en la sociedad. La prisión, el encarcelamiento dentro de los muros apropiados.

¿Qué diría Foucault sobre los muros construidos alrededor del Centro Histórico y el Palacio Nacional que el Presidente y la jefa de Gobierno consideran tan necesarios para mantener la paz social?

Probablemente pensaría que esos muros son para contener a la sociedad, hacer que camine por una ruta predeterminada por la autoridad y que sienta el rigor de la imposición disciplinaria de la autoridad. La idea de fondo es que quede claro quién manda.

Por ello no es descabellada la idea de que los muros que pretenden contener, obligar, subordinar y controlar a la sociedad son obra de dictadores.

 

  • Especialmente un muro alrededor del Palacio Nacional.

 

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