Perú, México y Betssy Chávez

Sea exagerado o no, desde la cancillería peruana se rompieron las relaciones diplomáticas con México.

El 7 de diciembre de 2022, tras un golpe de Estado fallido por el entonces presidente de Perú, Pedro Castillo, las alarmas se encendieron en el primer cuadro de la ciudad de Lima. Todo pasó muy rápido. Los más cercanos a Castillo que estuvieron detrás de cámaras al darse a conocer la decisión del golpe de Estado y el discurso televisado desde la Casa de Pizarro, intentaron, ya sea deslindarse, renunciar o huir. El Congreso de Perú actuó de manera rápida contra Castillo y lo destituyó. En consecuencia, el exmandatario fue detenido y el poder presidencial pasó a su entonces vicepresidenta, Dina Boluarte.

Se sabe que, al fracasar el golpe de Estado, algunos funcionarios de la administración castillista y el mismo Pedro Castillo tenían en mente pedir asilo político a la embajada de México en Perú. Una de las funcionarias fue la primera ministra, Betssy Chávez Chino, quien renunció y le pidió a su chofer llevarla a la embajada mexicana. El plan no funcionó. Después de esto, Chávez fue perseguida, procesada, encarcelada, liberada mediante un habeas corpus y se encuentra ahora fugitiva de la justicia al haberse asilado en la residencia oficial de la embajada de México en Perú. 

Betssy Chávez se convirtió en la figura principal de esta semana dentro y fuera de Perú. Su refugio en la sede diplomática mexicana, fue el asunto que terminó por sellar la ruptura total de las relaciones diplomáticas entre Lima y México. El gobierno provisional del presidente José Jerí dio un manotazo diplomático mediante la voz del canciller Hugo de Zela. Perú aguantó más de cinco situaciones en las que México estuvo interviniendo en los asuntos políticos internos del país. Sea exagerado o no, desde la

Torre Tagle (cancillería peruana) se rompieron las relaciones diplomáticas con México, dejando intactas las consulares y comerciales.

La trama sobre Chávez y su posible asilo son dignos de una historia rara: no se sabe exactamente cuándo se refugió en la sede diplomática mexicana, pero, por los relatos, no tiene más de una semana. Se ausentó de sus últimas tres audiencias judiciales con dudosos justificantes médicos y con la ayuda mañosa de un abogado suyo. La fiscalía peruana nunca hizo por buscarla sino hasta que se supo por el mismo canciller De Zela que la exfuncionaria se encontraba resguardada en la embajada mexicana. Además, se reporta que un político cercano a Castillo y Chávez viajó a la CDMX a principios de octubre de este año con el fin de reunirse con Lilia Paredes, esposa de Pedro Castillo y asilada política en México, quien habría intervenido para que las autoridades mexicanas ayudaran a Chávez en su intento desesperado para evadir a la justicia andina, argumentando que estaba en peligro su vida y que era perseguida política.

México, por su parte, aceptó el asilo y refugio. Poco le importó la ruptura de relaciones diplomáticas. En Perú, por otra parte, están indecisos sobre si dar o no el salvoconducto a Chávez. Se tiene hasta hoy, especialmente por la ruptura de relaciones con México y la expulsión de los diplomáticos adscritos a la embajada mexicana.

Perú tiene pocas opciones debido a su misma Constitución y a la Convención de Caracas de 1954. Tendría que otorgar el salvoconducto a Betssy Chávez para cumplir con el derecho internacional y con su responsabilidad como Estado.

Betssy Chávez, desde su lado, aspiró a ser como Mandela para llegar a la presidencia peruana, pero terminará, tal vez, como el Chavo del Ocho, asilada en México sin grandes opciones.

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