¿Lula o Bolsonaro?

El domingo serán decisivos los 8.5 millones de votos que fueron para los candidatos Tebet y Gomes

Brasil se juega más que cuatro años de nuevo gobierno semiprogresista o de una continuidad extremista. Se juega el futuro de su nación, democracia, sus instituciones, medio ambiente, ciencia, integridad como sociedad y su imagen hacia el mundo.

Lo que suceda el próximo domingo puede ser desastroso, puede ser uno de los errores más grandes que cometería Brasil y puede ser algo que cambie la dirección hacia donde se dirige el país.

No apoyo ni a Lula ni a Bolsonaro. Ambos candidatos son resultado del populismo, de la corrupción, de la pobreza, de la falta de identidad y del deterioro político en el que se encuentra la nación sudamericana. Vamos, son dos candidatos que rayan en la corrupción, en los extremismos y en rutas que dejan muchas incógnitas.

Me atrevo a decir que esta elección representa una de las decisiones más importantes que estaría tomando el país sudamericano, prácticamente después de que volviera la democracia en 1985 al catapultarse la dictadura militar en el periodo de Figueiredo y al ser elegido democráticamente Tancredo Neves.

De las últimas ocho elecciones en la historia moderna de Brasil, el candidato que ha ganado la primera vuelta nunca ha perdido la segunda. Al igual, el candidato que ha ganado la mayoría de votos en el estado de Minas Gerais dentro de una elección es el que se ha llevado la presidencia de Brasil.

Es prácticamente el estado más importante electoralmente hablando antes que Sao Paulo o Río de Janeiro.

Y, aunque esta tendencia ha sido repetitiva en las últimas elecciones, nada está totalmente resuelto ante la segunda vuelta electoral presidencial que decidirá la llegada de Lula da Silva o la continuidad de Jair Bolsonaro. La tradición puede romperse, especialmente por el margen de cinco a siete puntos porcentuales en el que las encuestas cierran antes del domingo y ante la incógnita de 20.9% de votantes que se abstuvo de votar durante la primera vuelta. Asimismo, queda la inquietud sobre los 8.5 millones de votos que fueron para los candidatos Tebet y Gomes, quienes no pasaron a la segunda vuelta y decidieron apoyar al candidato del Partido de los Trabajadores. Muchos hablan de que los sufragios están garantizados para Lula, pero no hay nada definido.

Prácticamente, 93% de los electores sabe por quién votar el 30 de octubre. El voto de los evangelistas se lo llevaría Bolsonaro. El noreste brasileño sería para la izquierda, pero ante la apertura de regalar dinero y prometer dádivas a las zonas más pobres de esa parte, parece ser que el actual presidente podría salirse por la tangente y ganar dichos votos.

Al igual, Sao Paulo sería decisivo, pues ante las elecciones para gobernador en el estado, el candidato de Bolsonaro va a la delantera.

Sinceramente, la campaña de Bolsonaro ha sido más sucia, pero más profunda que la de Lula. Hasta cierto punto, más inteligente. También creo que el hecho de que él, al tener el poder, puede utilizar el dinero del Estado, estaría siendo un revés muy grande para el candidato de izquierda.

Las últimas semanas han sido de fake news, campañas sucias y tratar de convencer al votante con “vende espejitos” sobre religiosidad, pobreza, corrupción y el pasado. Lula, especialmente, utiliza mucho el pasado como herramienta, lo cual cansa.

A Bolsonaro no le alcanzará para ganar el domingo, aunque debo decir que no me sorprendería si saliera victorioso. En sí, los números y pronósticos no me convencen, por eso pienso que Lula ganaría la presidencia. Todo puede pasar en Brasil.

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