La visita de Putin a Corea del Norte
Se reunieron dos socios que pueden asustar a un mundo que cruza las líneas rojas cada que se puede.No sé si fue realmente por cuestión de agenda o si el presidente Vladimir Putin quiso esperar de manera inteligente a que culminaran la Cumbre por la Paz para Ucrania y ...
Se reunieron dos socios que pueden asustar a un mundo que cruza las líneas rojas cada que se puede.
No sé si fue realmente por cuestión de agenda o si el presidente Vladimir Putin quiso esperar de manera inteligente a que culminaran la Cumbre por la Paz para Ucrania y el G7 para saber cuáles serían las conclusiones a tomar, pero, muy a mi parecer, podría decir que la visita que le pagó de vuelta el mandatario ruso a su homólogo norcoreano en Pyongyang fue completamente más trascendental que los dos eventos internacionales dominados por Occidente.
Así pues, Vladimir Putin voló tranquilamente de Yakutsk, Rusia, a la capital norcoreana de Pyongyang sabiendo que estaría en un país vecino históricamente aliado y estratégico, como también en un país en donde no tendría que preocuparse por ser arrestado ante la orden de aprehensión que hay en su contra desde la Corte Penal Internacional. Asimismo, se sintió consolado sabiendo que hay países que todavía lo apoyan o que prefieren no tener alguna diferencia mientras se lleva acabo la invasión a Ucrania.
Su estadía en territorio norcoreano fue más que pagar la visita que realizó Kim Jong-un a Rusia el año pasado durante el mes de septiembre. Su estadía de dos días fue fundamental e importantísima ante lo que ha sucedido en los últimos dos años: Corea del Norte es uno de los únicos países en el mundo que lo apoya con misiles balísticos, municiones o armamento militar ante una invasión a Ucrania que ha agotado el stock militar que anteriormente poseía Rusia. Corea del Norte comparte el factor de las sanciones y se une a un grupo de países que luchan en contra del dominio y de la hegemonía occidental.
Rusia ha encontrado en Norcorea más que un país vecino con la misma ideología histórica o con los mismos fundamentos que rigen a sus gobiernos. Rusia cuenta con un país vecino que le puede servir como amortiguador en el océano Pacífico, en el mar de Japón y en su flanco pegado a las Coreas. Al igual, Rusia cuenta con un vecino que también posee armas nucleares y que tiene armamento militar que puede ser suministrado a cambio de petróleo, gas y ayuda tecnológica que necesita Corea del Norte para lanzar su tan anhelado satélite espía al espacio. Realmente, el espacio es uno de los factores por los cuales Kim Jong-un está más que interesado en formar una alianza con Rusia.
Por eso, si revisamos lo más relevante de la visita de Putin a Pyongyang, podemos encontrar que casi casi la noticia principal fue la firma del acuerdo de asistencia mutua en el caso de un ataque de un tercer país. Sea algo ventajoso, algo hipócrita, algo totalmente como lo llaman “amistoso” o algo para dar miedo, Moscú y Pyongyang se unen para fortalecer un cooperación estratégica que se ha alimentado gracias a Occidente y a la invasión a Ucrania.
Si bien es importante reflexionar la magnitud de este acuerdo mutuo, creo que también refleja a un Rusia desesperada o sin muchas opciones, especialmente si hablamos sobre lo poco que se sabe sobre Corea del Norte y su efectividad actual en caso de una agresión.
Ahora, Vladimir Putin y Kim Jong-un son más que amigos o vecinos. Son dos socios que cuentan con armas nucleares y que pueden asustar a un mundo que cruza las líneas rojas entre sí cada que se puede. La noticia de su encuentro nos debe preocupar, pero también nos debe hacer entender que Rusia no tiene muchas opciones reales. Tal vez, por eso el mandatario ruso citó el siguiente proverbio coreano durante su visita a Corea del Norte: Un vecino cercano es mejor que un pariente lejano.
Parece que no está equivocado.
