La invitación a Putin

Desde hace semanas se estaban enviando las invitaciones para la toma de posesión de la futura presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, a los países que tienen relaciones diplomáticas con México. Todo fluía de manera protocolaria mediante la SRE, las ...

Desde hace semanas se estaban enviando las invitaciones para la toma de posesión de la futura presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, a los países que tienen relaciones diplomáticas con México. Todo fluía de manera protocolaria mediante la SRE, las embajadas adscritas y los organismos internacionales adscritos en nuestro país para que las invitaciones llegaran a manos del jefe de Estado o titular invitado.

En sí, no había información que pudiera levantar alguna sospecha o un escándalo de alguna invitación indebida. El equipo de transición de Claudia Sheinbaum procuró no dar detalles sobre qué países estaban invitados. Sin embargo, el martes llegó desde Rusia una noticia que generó un escándalo voraz para el equipo de transición de

Sheinbaum: la invitación al presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, para la toma de posesión de la futura presidenta de México.

El periódico ruso Izvestia confirmaba el día martes que la Embajada de México en Rusia y la Embajada de Rusia en México habían recibido la invitación oficial por parte del equipo de Claudia Sheinbaum para que el presidente Vladimir Putin pueda asistir a la toma de posesión. Se aseguró que, aunque el Kremlin sabía de la invitación, todavía no se confirmaba si el mandatario ruso estaría asistiendo personalmente o si estaría enviando a algún representante del gobierno ruso.

Después de que el periódico Izvestia confirmara la noticia y se hiciera viral en los medios rusos, la agencia estatal rusa de noticias TASS propagó la información desde sus portales web en distintos idiomas; incluido el español. Al hacerse viral en México, la noticia generó críticas y un furor que, aunque era innecesario, pegó fuerte debido a lo que representa actualmente Vladimir Putin y su presencia en México.

Si bien Putin es catalogado como un autócrata, un dictador, un asesino, un genocida o un invasor, me parece que lo que más criticado sobre su invitación fue el hecho de que el mandatario ruso cuenta con una orden de arresto desde marzo de 2023 por parte de la Corte Penal Internacional. México, por su parte, al haber firmado el Estatuto de Roma en 2000 y al ratificarlo en 2005, es un miembro activo del estatuto y de la CPI. Por ende, estaría obligado a arrestar a Putin al pisar suelo mexicano.

Una cosa es la teoría y otra, la práctica. Es algo irreal que pudiera suceder y más al ser un invitado a un evento de esa envergadura en México. Se debe salvaguardar su seguridad e integridad.

El escenario es parecido al del año pasado en Sudáfrica con la XV Cumbre de los BRICS.

Ante esto, es de dudarse que vaya a arriesgarse. Estará enviando ya sea al canciller ruso, Sergey Lavrov; a algún viceministro del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia o a un representante de la Duma Estatal. Si no vino en 2018 a México cuando fue invitado a la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, menos ahora.

El furor de la noticia se desató por una mala comunicación entre el equipo de Sheinbaum Pardo y las embajadas ya mencionadas. También, fue un mal momento para invitar a Vladimir Putin. No era necesario un escándalo así. Se pudo evitar de manera más inteligente.

Y, aunque sea un protocolo diplomático, uno debe dividir a Vladimir Putin de los demás jefes de Estado invitados.

Hoy, se trata de apagar el fuego de la noticia con contradicciones, pero el escándalo queda entre todos y repercute un poco en la imagen de la futura Presidenta de México

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