La guerra sigue escalando

El intento de sabotaje ucraniano dejó en ridículo a la seguridad nacional, a la inteligencia rusa y a Putin. Aproximadamente dos meses y medio atrás, Ucrania co­menzó con bombardeos y ataques esporádicos hacia el te­rritorio que perdió en 2014 y sin alguna legalidad ...

-El intento de sabotaje ucraniano dejó en ridículo a la seguridad nacional, a la inteligencia rusa y a Putin.

Aproximadamente dos meses y medio atrás, Ucrania co­menzó con bombardeos y ataques esporádicos hacia el te­rritorio que perdió en 2014 y sin alguna legalidad apegada al derecho internacional: Crimea.

Desde finales de julio y principios de agosto, empecé a ver que si bien las fuerzas ucranianas estaban tenien­do muchos problemas en Lugansk y Donetsk con retiradas “estratégicas”, lo opuesto pasaba en la región de Járkov. Pe­queñas victorias hacia el norte de la región y tratando de expandir el contraataque en dos direcciones: este y sureste. Sinceramente, me sorprendí cuando estaban en rumbo fijo hacia la frontera con Bélgorod, Rusia.

Me pregunté si comenzaba a formarse una estrategia diferente dentro del ejército ucraniano o si de verdad ya fluía el armamento necesario que tanto estaba pidiendo el gobierno de Volodímir Zelenski a EU y la OTAN. Pareciera que el sistema HIMARS y la artillería pesada occidental eran las claves para cambiar el rumbo de la guerra.

Durante agosto y septiembre, las fuerzas ucranianas realizaron diversos ataques con misiles y drones a bases aéreas, depósitos de armamento, oficinas navales y estruc­tura de carácter militar dentro de Crimea. Al pasar los días y leyendo en medios rusos que se confirmaban los ataques constantes a Crimea, me pregunté si Ucrania se atrevería a un extremo: bombardear o sabotear el Puente de Crimea. Un simbolismo de la historia moderna rusa y del naciona­lismo ruso.

Ante los avances desde septiembre en todo el Donbás, en casi toda la región de Járkov y un interesante empujón en Jersón y Zaporiyia, Rusia no fue capaz de ocultar su frustración, pues no sólo era retroceder en los territorios capturados hace tres meses, sino también en­tre bajas, soldados capturados, muertes y arrestados, se habla de una cifra de 90 mil personas, según un reporte del medio crí­tico ruso Meduza.

Ante la presión de voces inter­nas, críticas de propagandistas y allegados al Kremlin, el presidente Putin decidió escalar de manera todavía más fuerte la guerra al tomar dos decisiones a finales de sep­tiembre: una movilización parcial que tendrá 300 mil o más soldados, como también anexar cuatro regiones ucranianas sin un control fijo al 100% y con referendos que no tienen legalidad alguna internacionalmente.

Presentí una respuesta por parte de Ucrania.

El sábado pasado nos levantamos con la noticia de que una parte del Puente de Crimea fue dañada por un camión de carga que contenía explosivos. El intento de sabotaje ucraniano dejó en ridículo a la seguridad nacional, a la in­teligencia rusa y a Putin.

Mucho del armamento es trasladado desde Rusia hacia Crimea y con destino final en barco al sur o sureste ucra­niano. Un factor clave para el próximo mes.

Ucrania ya esperaba una respuesta dura, pero creo que el Kremlin se tardó un poco. El lunes llegó la respuesta con un bombardeo de 83 misiles de crucero y lanzamiento de varios drones iraníes kamikaze a diversas ciudades ucra­nianas. El bombardeo en sí no tiene ningún impacto en la guerra, pero sí en sembrar más miedo e intimidación a Ucrania.

Rusia escala aún más la guerra, pero de manera poco in­teligente. Me parece que era mejor bombardear los frentes ucranianos que avanzan sobre las posiciones rusas. Justi­ficas más fácil un costo de 400-700 millones de dólares, pero con resultados más favorables.

Ahora, Ucrania recibirá sistemas de defensa antiaéreos y más artillería pesada.

Todo escala y escalará a niveles que llegarán al extremo nuclear. Así lo veo desde mi perspectiva.

Temas: