A un año de la invasión rusa
Cuando Rusia invadió Ucrania hace un año, el objetivo principal era capturar Kiev en máximo 72 horas y lograr un rápido control de los edificios gubernamentales, el aeropuerto de HostomelAntonov, conseguir una capitulación del gobierno de Volodímir Zelenski y sentar a ...
Cuando Rusia invadió Ucrania hace un año, el objetivo principal era capturar Kiev en máximo 72 horas y lograr un rápido control de los edificios gubernamentales, el aeropuerto de Hostomel-Antonov, conseguir una capitulación del gobierno de Volodímir Zelenski y sentar a un títere proKremlin en el despacho presidencial del Palacio de Maryinsky, mientras se tomaba una decisión sobre el futuro de Ucrania. El final debía llegar rápido.
Rusia subestimó por completo cualquier defensa ucraniana militar, civil o partisana. El mismo político-oligarca ucraniano prorruso Victor Medvedchuk aseguraba que los ucranianos recibirían con los brazos abiertos a los rusos y no pondrían resistencia. El Kremlin, de manera ingenua y ególatra, fijó su estrategia y la centralizó en una invasión que duraría tres días creyendo que todo saldría como se había planeado desde hace meses en Rusia.
En un año de invasión pasamos de tener una fila de casi 56 kilómetros de brigadas de tanques y tropas rusas al noroeste de Kiev, a una retirada de la capital ucraniana, de Járkov, de Sumy, de Jersón y otras ciudades de las regiones de Lugansk y Donetsk.
Rusia ha perdido prácticamente 54% del territorio que ganó cuando comenzó su invasión, por lo tanto sus objetivos dentro de Ucrania han ido cambiado según se fracasa en cada ciudad ocupada o región devastada.
Dentro de todo esto, Rusia también ha tratado de esconder el número de bajas y fallecidos en su invasión, pero la cifra a un año de invasión ronda en los 200 mil combinados.
Asimismo, en un año Rusia ha tenido que cambiar al menos a cuatro generales dentro de las operaciones militares en Ucrania. ¿Qué pasó con el carnicero de Siria, con el gran Serguéi Surovikin y los grandes generales rusos? Al final, se tuvo que optar por un alfil viejo y recomendado: el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia y segundo en el Ministerio de Defensa de Rusia, Valery Gerasimov.
El liderazgo ruso se ha tenido que cambiar, pues los resultados no se dan, especialmente al seguir teniendo a un ejército ruso por varios meses en modo de defensa y sin una estrategia clara o fija, lo cual resulta en una vergüenza cuando sabemos que el grupo mercenario ruso Wagner ha tenido prácticamente una mejor efectividad en los últimos cinco meses que las mismas fuerzas oficiales invasoras.
A Rusia le preocupa y le frustra que Ucrania pueda mantener sus posiciones y el claro ejemplo es Bajmút y otras ciudades del oriente ucraniano, las cuales han resistido casi nueve meses sin caer ante una nueva ofensiva rusa agresiva que lleva así más de un mes.
Ucrania, por su parte, resiste gracias al armamento obtenido y enviado por Occidente, como también por la inteligencia que recibe por parte de Estados Unidos y la OTAN. Sola, en sí, Ucrania hubiera perdido la guerra desde hace meses, pero me parece que todo se ha juntado para que el país invadido siga en pie. Rusia ha cometido severos errores y fallas que le cuestan millones de dólares, vidas y un año de una guerra que no debía pasar de tres días.
A un año de invasión, aunque Rusia se justifique y victimice ante el envío de armamento de Occidente, queda claro que su operación militar ha sido un fracaso para un país que sigue viviendo de lo que fuera la gran Unión Soviética.
El futuro de la OTAN y mucho del prestigio de Estados Unidos están en manos de los ucranianos. Ucrania es la pieza clave para detener la amenaza rusa.
Se cumple un año, pero la guerra está lejos de terminar.
