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Una joven de 19 años, nuestra mejor

Raúl Cremoux

Raúl Cremoux

Otros ángulos

Desde 1985, Mario Molina y Sherwood Rowland descubrieron que el gas freón (clorofluorocarbono) subía a la estratósfera y rasgaba la capa de ozono, de tan sólo 3 milímetros, que nos protege de los rayos ultravioleta provenientes del sol y, con ello, acrecentar el cambio climático.

A pesar de obtener el Premio Nobel de Química diez años más tarde en 1995, las advertencias de Molina para dejar de usar los combustibles fósiles fueron escuchadas con tanta tibieza por los diferentes gobiernos mexicanos que, en éste, el de la supuesta transformación, sus recomendaciones fueron enviadas al archivo muerto para retomar con vigor un impulso en reversa y alentar con fuerza e irracionalidad edificar más refinerías, arrasar la selva para hacer un tren y el uso del combustóleo, la gasolina, el carbón. Un regreso al siglo XIX.

El jueves pasado fue una demostración de que el Presidente carece de asesores en la materia y el canciller o es ignorado o está encargado de conseguir pipas petroleras y vacunas en el extranjero y, con ello, dejar a López Obrador acorralado por la ignorancia en el patio trasero de lo que significan las energías limpias, más baratas, autorrenovables y ajenas a la contaminación del CO2 y otros gases perniciosos que alteran la atmósfera planetaria.

Así, mientras que la ocupación mayor del primer mandatario está en obtener votos para conseguir una aplastante mayoría de diputados, gobernadores, ediles y concejales, así como preparar una ampliación de su propio mandato, desoye una cumbre definitoria de los compromisos que cada país ofrece para remediar una causa en defensa de la humanidad.

Nuestra representación formal, que tuvo como aureola los asesinatos de activistas ambientalistas, centenares de incendios, sequías, contaminación en las grandes ciudades, consistió en hablar de lo que de antemano estaba condenado al fracaso: plantar árboles maderables a cambio de unos pesos. Para obtenerlos, obliga a los campesinos a la deforestación, ya que talan y queman tierras para más tarde plantar ahí las semillas y el dinero que les regalarán. Este programa Sembrando Vida ha generado la degradación ya, de casi 80 mil hectáreas. Ésta fue la gran propuesta y solicitar que se financie lo mismo en Centroamérica para evitar la migración.

Como de antemano ya los altos funcionarios de Estados Unidos sabían de ese documento, advirtieron que era una cumbre de medio ambiente y no de migración. Al desdeñar la advertencia, en el momento en que López Obrador comenzó a hablar, se retiraron media docena de primeros ministros y presidentes, incluyendo a Joe Biden, promotor de esa magna reunión. Diplomáticamente hablando, eso es un rechazo.

Afortunadamente, para el nombre de México, vimos la participación de una joven activista de nombre Xiye Bastida, quien, dominadora de la geopolítica y sabedora de que el cambio climático es irreversible (véase cómo ha desaparecido la nieve eterna, un glaciar del volcán Iztaccíhuatl), restregó en la cara de los líderes mundiales que son ingenuos o mal intencionados si creen que las soluciones del planeta pueden ser postergables. Indicó que la era de los combustibles fósiles ya terminó. La joven se sintió orgullosa de representar a México, especialmente cuando las palabras de López Obrador fueron decepcionantes.

Sí, la oportunidad era de oro considerando que se tuvo acceso a los principales líderes mundiales para proponer una plataforma en donde el compromiso estuviera encaminado a buscar relaciones y estímulos inmediatos para generar energías baratas como la que tenemos en abundancia: la solar.

No fue así porque nos domina la ignorancia y la ineptitud.

 

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