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Migración y vacunas: dando y dando

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

El 17 de octubre de 2018, el entonces presidente electo Andrés Manuel López Obrador visitó Tamaulipas, donde ofreció otorgar visas de trabajo a los centroamericanos que quisieran dejar sus respectivos países en busca de oportunidades.

Eran días en que decenas de miles de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños cruzaban la frontera con México y viajaban hacia el norte, en caravanas, buscando llegar a Estados Unidos.

“Nosotros, a partir del 1 de diciembre, vamos a dar trabajo, empleo a centroamericanos; el que quiera trabajar en México va a tener una visa de trabajo”, afirmó.

Dichas visas nunca llegaron. Y los centroamericanos siguieron cruzando el país y congregándose en la frontera norte, cosa que hastió al presidente estadunidense Donald Trump. A fines de mayo de 2019, éste amenazó con imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, a menos de que el gobierno de López Obrador colaborara para detener el flujo de personas.

“La pasividad de México para permitir esta incursión masiva constituye una emergencia y una amenaza extraordinaria para la seguridad nacional y la economía de Estados Unidos”, afirmó la Casa Blanca en un comunicado.

La presión surtió efecto y México destinó unos 27 mil elementos de la Guardia Nacional para contener la migración, cosa que Trump presumió en muchas ocasiones, incluso después de dejar el poder. Pero, apenas terminó el cuatrienio trumpista, las caravanas de centroamericanos se reanudaron, provocando nuevas presiones en la frontera, cosa que el expresidente estadunidense aprovechó para denunciar la indolencia de su sucesor, Joe Biden.

“Están destruyendo nuestro país”, afirmó Trump en una entrevista con Fox News, el martes pasado. “La gente está entrando por cientos de miles. Es una crisis como nunca hemos visto en la frontera”.

El nuevo éxodo centroamericano incluso fue ayer la nota principal de diversos noticiarios internacionales, que mostraron cómo comenzaban a llenarse los refugios para migrantes en México. Desde Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, el secretario de Seguridad Nacional, y Roberta Jacobson, comisionada para la frontera sur de Estados Unidos, lanzaron llamados desperados para que los centroamericanos desistieran de viajar hacia el norte. “El país no está abierto”, advirtieron.

Cuando parecía que las nuevas caravanas se convertirían en una ola incontenible, ayer México anunció que restringiría a partir de hoy viernes el paso terrestre no esencial en sus fronteras norte y sur. La medida –que oficialmente se presentó como una manera de impedir la propagación del covid– no tenía nada de particular en el caso de la frontera con Estados Unidos, que lleva cerrada casi un año –por acuerdo de ambos países–, pero sí en el caso de la frontera con Centroamérica.

Llamó la atención que esto se diera a conocer el mismo día que México cerró un acuerdo con Estados Unidos para obtener en préstamo 2.5 millones de vacunas del laboratorio AstraZeneca que el vecino del norte no está utilizando de momento.

La Cancillería, que hizo ambos anuncios, se esforzó en subrayar que una cosa no tenía que ver con otra, que los acuerdos sobre vacunas eran “paralelos” a los acuerdos sobre migración.

“México determina su política migratoria de manera soberana”, tuiteó ayer por la tarde Roberto Velasco, director para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

“Estados Unidos planea enviar millones de vacunas a México y Canadá al tiempo que el gobierno de Biden presiona calladamente a México para que reduzca el flujo de migrantes que vienen hacia la frontera”, publicó The New York Times, horas antes del doble anuncio.

Lo único comprobable es que ambas cosas, el préstamo de las vacunas y el cierre de la frontera sur de México, se dieron a conocer el mismo día.

Dando y dando: al gobierno de México le urgen vacunas, porque sólo ha podido inocular con el esquema completo a poco más de 600 mil personas (0.5 por ciento de la población), y al de Estados Unidos le urge parar el caos en la frontera, que ya se había convertido en el “se los dije” de Donald Trump.

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