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Las tribulaciones del canciller

Pascal Beltrán del Río

Pascal Beltrán del Río

Bitácora del director

En política, el silencio muchas veces suena más fuerte que las palabras.

Al momento de escribir estas líneas, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, llevaba cuatro días sin pronunciarse sobre un asunto de su absoluta incumbencia: la resolución del Parlamento Europeo (PE) sobre la violencia contra los periodistas y defensores de derechos humanos en México.

Dicho pronunciamiento, aprobado por abrumadora mayoría, recibió una respuesta del gobierno mexicano cargada de descalificativos. El presidente López Obrador dio a conocer que el texto fue redactado por él y algunas personas, yendo a una gira por el sureste. Cuando se hizo público, el jueves pasado, pregunté a una fuente de la Cancillería, si alguien del gobierno federal había tocado base en avenida Juárez para requerir la aportación de Ebrard. La respuesta fue que no. Así lo publiqué el sábado.

Tal cual lo confirmó López Obrador en su mañanera. La resolución del PE la respondió la Presidencia, dijo, “porque es un asunto político”. Punto. El Ejecutivo no necesitó que se lo preguntaran específicamente. Cuestionado sobre si había tratado el tema con Ebrard, en el marco de la visita del fin de semana a Chiapas, López Obrador se apresuró a decir que el canciller había estado de acuerdo en el texto de respuesta. El diálogo fue así:

—¿Con Marcelo Ebrard tuvo la oportunidad de hablar de este mensaje al Parlamento Europeo?

—Sí, sí, cómo no, y pues él está totalmente de acuerdo con la postura que asumimos; sabe bien que no es un asunto de preocupación por los derechos humanos ni es un asunto diplomático. Es un asunto, por entero, político.

Nótese que nadie le había preguntado a) por qué había respondido la Presidencia (es decir, él) al Parlamento Europeo, y b) qué pensaba Ebrard del comunicado, en el que se tacha de “borregos” e “injerencistas” a los eurodiputados.

Agregó: “Entonces, para los que decían del porqué no contestaba la Secretaría de Relaciones Exteriores y por qué contestó la Presidencia, porque es un asunto político; aun siendo un asunto diplomático, es facultad del Presidente atender la política exterior”. Lo cierto es que ha habido muchas ocasiones en las que se ha encomendado a Ebrard dar respuesta a opiniones provenientes del extranjero que no son del agrado de Palacio Nacional. Por ejemplo, cuando la columnista Mary Anastasia O’Grady escribió en el diario The Wall Street Journal, en enero de 2020, que México se estaba acercando a Irán, fue la Secretaría de Relaciones Exteriores y no la vocería de la Presidencia la que se encargó del desmentido.

En esta ocasión, la posición de Ebrard fue considerada irrelevante o previsiblemente incómoda. No sé si el canciller realmente coincida con la respuesta al Parlamento Europeo, como afirmó ayer López Obrador. Lo que sí sé es que Ebrard ha guardado silencio. Y debe ser por algo. Incluso si en los próximos días manifestara su acuerdo, el tiempo que se mantuvo callado tiene un significado.

Y aquí cabe preguntarse ¿cuál es el juego del canciller? Si su silencio se debe al desacuerdo en un asunto tan sustancial, ¿creerá que puede desmarcarse del Presidente, quien siempre exige la incondicionalidad, y aun así aspirar a que éste lo impulse como candidato a sucederlo en 2024?  

Se sabe que López Obrador y Ebrard tienen un acuerdo político desde 2012, cuando el segundo dejó pasar al primero para hacerse de la candidatura, pese a que la encuesta en la que ambos habían participado no arrojaba resultados claros. ¿Seguirá apostando el canciller a que el Presidente honrará ese pacto?

Desde afuera, más bien parece que López Obrador está decidido a que la candidata de Morena sea Claudia Sheinbaum y que, en caso de que ella no levante suficiente en las encuestas, entre de bateador emergente su paisano Adán Augusto López. Desde la tribuna, no parece existir escenario alguno en que la candidatura del oficialismo recaiga en Ebrard. ¿Lo sabrá el canciller y estará jugando a no perder el reflector para, cuando llegue la hora, dar el paso hacia la oposición, como hizo su antecesor Ezequiel Padilla en 1946?

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