La vida (II). Los telómeros y la actitud

Intervenir voluntariamente en el curso de nuestra longevidad es posible si tomamos en cuenta lo siguiente...

La debilidad de actitud se vuelve debilidad de carácter.

Albert Einstein

La vida no sólo se trata de vivir, sino de vivirla bien. Elegir correctamente cómo queremos hacerlo influye en el proceso de envejecimiento de cada una de nuestras células. Y no, no basta con tener buenos hábitos físicos, los hábitos mentales son aún más importantes.

Elizabeth Helen Blackburn, bioquímica australiana, fue galardonada en 2009 con el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de la telomerasa, una enzima que forma los telómeros durante la duplicación del ADN. Los telómeros protegen los extremos de los cromosomas para evitar que se desgasten o enreden. Cada vez que una célula se divide, los telómeros se tornan ligeramente más cortos. Finalmente, se cortan tanto que la célula ya no puede dividirse correctamente y la célula muere.

Se sorprendería si le digo que vivir más y mejor depende de usted, más allá de cualquier otro ser o factor circunstancial, y sí, de acuerdo con este estudio, resulta que, además de todos los beneficios que le aporta el ejercicio, la buena alimentación, la vitamina D o el descanso… todo radica en la actitud que usted tenga frente a la vida. Sucede que nuestro cerebro y nuestro cuerpo no saben diferenciar una amenaza real de una imaginaria, y el 98% de nuestras amenazas mentales nunca llegan a concretarse; sin embargo, nuestro cerebro y nuestro cuerpo sí las padecen. Así, las causas más graves del envejecimiento celular son, sin lugar a dudas, el estrés, la ansiedad, la frustración, el miedo, la ira, el enojo, la desidia, la falta de interés, la depresión y un sinfín de emociones y pensamientos que permitimos que invadan repetidamente nuestro ser, de día o de noche.

Sí, los telómeros se acortan, matando sus células, cada vez que usted decide vivir en el pasado, cada vez que elige preocuparse desmedidamente por su futuro, cada vez que se pierde de vivir el presente, cuando se niega a respirar profundamente y tomarse las cosas con calma, cada vez que elige vivir en el conflicto, cada vez que elige callar teniendo tanto que decir, cada vez que no se respeta y cada vez que se niega a sí mismo lo que su cuerpo o su mente le piden… cada vez que elige vivir deprisa, tan deprisa que se olvida de ponerse delante, de priorizarse a usted y a todo aquello que le hace bien… cada vez que procrastina, cada vez que hace o dice, lo que no quiere hacer o decir, cada vez que toma una postura derrotista, victimista, quejumbrosa, en fin, cada vez que actúa de acuerdo con quien no tendría que ser usted y a quien no quiere llegar a ser o vivir la vida que no quiere vivir.

Intervenir voluntariamente en el curso de nuestra longevidad es posible si tomamos en cuenta lo siguiente: no son las situaciones en sí mismas las que alargan o acortan los telómeros, sino que es la forma en la que afrontamos esas situaciones, nuestra percepción e interpretación subjetiva de la realidad,  lo que activará los mecanismos biológicos que resultan en telómeros más cortos o largos. No se trata de lo que nos sucede, sino de cómo percibimos eso que nos sucede y cómo elegimos responder frente a ello.

Lo que nuestra vida necesita para ser mejor vivida son, en resumidas cuentas, desafíos que nos provean de ilusión, de energía, de pequeños triunfos que celebremos; de pensamientos positivos, victoriosos, de agradecimiento, de calma, de seguridad interior y fortaleza mental; necesitamos autocompasión, ser gentiles y amables con nosotros mismos, ser resilientes. Sí, nuestra vida necesita que desarrollemos habilidades que nos permitan establecer un nuevo marco de mentalidad, de intención, de cambio de actitud y de puntos de vista. Créame, podemos seguir viviendo como hasta ahora o podemos elegirnos y comenzar a invertir en nosotros mismos la misma dedicación y tiempo que invertimos en perdernos, en la hostilidad cínica de la no aceptación y la mala interpretación de la realidad. Conformarse con poco o con lo conocido nunca nos permitirá descubrir la mejor parte de la vida: el potencial que existe en cada uno de nosotros. Como siempre, usted elige…

¡Felices actitudes, felices vidas!

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