¿Presidencia subjuntiva?
¿Escribir de políticos o de gramática? Amparado en la reconocidísima hospitalidad de Expresiones, y considerando el desprestigio, la descalificación y el nacional desastre que hoy día asocio con los primeros, elijo, sin duda, la segunda. Me declaro amante ...
¿Escribir de políticos o de gramática? Amparado en la reconocidísima hospitalidad de Expresiones, y considerando el desprestigio, la descalificación y el nacional desastre que hoy día asocio con los primeros, elijo, sin duda, la segunda. Me declaro amante irrestricto del lenguaje, nada hay que quiera y respete más que las palabras; me esclavizaron, hay que decirlo, desde mi lejana infancia. Sin ir más lejos, los oficios que desempeño son apasionante e incuestionable evidencia de ello. “Conjugar” es una de mis palabras preferidas. Entre sus acepciones, me gusta pensar que se refiere a “jugar con”, dicho en términos gramaticales, jugar con los verbos, en tanto éstos son las palabras que expresan acciones. Un modo peculiar de conjugar ha llamado siempre mi atención, sobre todo porque forma parte del lenguaje cotidiano de los mexicanos. Dice la gramática: “Modo subjuntivo: modo gramatical con diversas implicaciones, entre las cuales suelen estar las afirmaciones hipotéticas, inciertas, o los deseos, todos ellos caracterizados por el lenguaje irrealis, a diferencia del realis del modo indicativo”. Verbigracia: vamos a pagar por cualquier cosa y quien nos cobra dice siempre “serían” cien pesos. Curioso, deber y pagar nada tienen de hipotético, pero así les gusta hablar a los mexicanos, que se sienten mejor en esa dimensión surrealista, pues les permite abstenerse de asegurar para mantenerse en esa incertidumbre, tranquilizadora por diversas razones. Me imagino a un médico: “Lo suyo sería leucemia”. Insoportable para una mente como la mía – primitiva, lo acepto, atrapada en el empirismo, la claridad y la objetividad.
¿Y los políticos? Bueno, no puedo asegurar que las expresiones hayan sido en modo subjuntivo, y apenas cito que la nota de El Financiero del lunes pasado lo decía de esa manera: “Si durante el sexenio se presentara un desequilibrio económico, sería por circunstancias externas, … pero no por el gobierno de la República”. “…es posible que no se puedan cumplir todas las demandas de los ciudadanos, pero lo que sí cumpliría, dijo, serán los compromisos que hizo en campaña”. Me entero, pues, que nuestro Presidente electo se refiere a una posible catástrofe económica, para negar su responsabilidad, aunque en modo subjuntivo. Del mismo modo se refiere al cumplimiento de sus promesas de campaña, de presentarse el “desequilibrio” al que alude. Yo, Presidente, zafo desde ahora de responsabilidad si las cosas no salen bien, pero lo hago expresándome de manera incierta, como si se tratara de un deseo, de las culpabilizadas circunstancias externas. Mis promesas siguen ahí, pendientes de cumplimiento, pero de nuevo de manera hipotética, nos dijo la gramática. Puntilloso, injusto, maledicente y malintencionado mi comentario, pienso que los políticos debieran ser más cuidadosos con el modo en el que nos hablan. El último informe de resultados de la gestión de Enrique Peña Nieto nos ha permitido hacer miles de juicios durísimos que sin duda merece el Presidente saliente. Lo menciono por si es posible tomar en cuenta que de cada cosa que vaya diciendo un gobernante se irán construyendo juicios dirigidos al desprestigio –grave de por sí– de nuestros políticos. Tiempos complicados para una nación polarizada. Enemigos embozados aquí y allá, intereses encontrados, ilegítimos tantos, en vilo nuestro bienestar futuro, ni falta que hace lo que sea que enrarezca más el ambiente, los llamados a la unidad tienen que hacerse en un lenguaje claro y firme. Nuestros gobernantes deben manifestar que se saben absolutamente responsables del posible resultado de su gestión. Para que se tome en cuenta mi anhelo, la gramática tendrá que ir por delante y cada cosa que se diga habrá de utilizar el modo indicativo. No estamos para subjuntivos, posibilidades e incertidumbre.
