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La mente de la escasez

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

Por Ingela Camba Ludlow

Escasez y abundancia son palabras que se han relativizado con la divulgación de los conceptos de bienestar en las líneas new age; se utilizan como si fueran temas de un elegir consciente y hasta con mandatos: “Tú vives en la escasez, deberías pasar a la abundancia y te darías cuenta de cómo todo empieza a cambiar”; “la abundancia está al alcance de cada uno, es cuestión de proponérselo” o “imagina una vida llena de abundancia y amor que el universo tiene guardada para ti”.

Como mucho en la vida, guarda algo de verdad y harto de falsedad. En la parte de lo cierto podemos hablar de la existencia de una estructura mental cuyo uno de sus síntomas principales es la tacañería, que en un descuido puede convertirse rápidamente en avaricia; pero lo falso es que sea una elección. Esta estructura tiene su origen en los años más tempranos de la vida y en cómo se organizó el yo del niño con el mundo y consigo mismo. De la misma forma, la escasez está relacionada con el cómo se manejaron las emociones, las contradicciones y las frustraciones. Hay un sufrimiento profundo en la “gestión” de los bienes como el amor, las relaciones, el tiempo, el dinero y las cosas en sí. Y no se puede cambiar con un simple mandato, entre muchas cosas porque, además, implica que el otro está mal porque quiere, y si así lo quiere es porque es un estúpido. Hablar desde ahí exhibe una superioridad falsa, poco compasiva y bastante narcisista.

La escasez, por otro lado, puede ser real o imaginada. En realidad, cuando se siente que se tiene poco o que se tienen pocos recursos, se busca retener lo más posible aquello que se tiene. Avaricia. Ésta es independiente de que en la realidad existen muchos recursos o no, tampoco depende de si se cuenta o se carece de un respaldo económico. Es casi caricaturesco el personaje del avaro que tiene muchos recursos económicos, pero es tacaño y poco generoso con aquellos que le rodean, incluso con aquellos que le procuran y le tienen buena voluntad (como El avaro, de Molière).

Así, lo importante es tratar de entender el tema a fondo, para ello es necesario recurrir a algunos teóricos importantes.

A principios del siglo pasado, Freud describía un tipo de carácter que, en sus palabras, calificaba de ordenados, económicos y tenaces. Todas estas características muy deseables, casi podríamos considerarlas virtudes. Sin embargo, algunas se pueden intensificar y, entonces, como señala la economía, puede aparecer la avaricia, al igual que la tenacidad se puede convertir en obstinación, actitudes que, si se enlazan con la cólera, pueden generar tendencias vengativas, además de desatar una necesidad imperante, obsesiva, de control. Ese orden, ese ahorro y esa tenacidad en el extremo opuesto generan personajes controladores, que temen perder lo que tienen porque están asustados de su propia escasez y temen perder aún más, así que prefieren ser prisioneros de esa escasez.

El punto medio no es un trabajo matemático ni aritmético, sino toda una elaboración mental y un ejercicio que no se queda fijo con el tiempo. Fácilmente podemos volver a antiguas tendencias, al menos si no hay un análisis de por medio. Y aun así no hay garantías. Todo eso no pasaría de un tema de personalidades o de reconocerse a uno mismo o a las personas que nos acompañan en el mundo. Sin embargo…

Por ejemplo, al inicio de la pandemia, muchos negocios prefirieron cortar gastos para lograr mantenerse a flote, en lugar de invertir para adaptarse a las circunstancias. Desde este punto de vista, tuvieron un decrecimiento real por la economía, pero también porque aplicaron la disminución brutal de recursos en lugar de buscar alternativas para poder modificarse.

Asimismo, existen modelos ideológicos que promueven la escasez como un medio de administrar la riqueza. En lugar de modelos en los que se invierte para apostar a que exista movimiento, buscan detenerlo todo, moverse al mínimo y esto tiene consecuencias desastrosas.

No se puede comparar el modelo síquico de una persona con un modelo económico de un país; sin embargo, sí debemos saber leer signos de pobreza mental y escasez en las decisiones, porque pueden ser producto más de un sistema mental individual que de una estrategia verdaderamente pensada para el beneficio de la mayoría.

Y lo más alarmante: la escasez también puede estar en la falta de ideas creativas, porque la produce el miedo, y el miedo al error produce un nuevo estancamiento, que puede llevar a una espiral muy seria y, sobre todo, muy difícil de revertir.

¿Cómo, entonces, romper con el círculo del miedo que nubla la mente de la escasez? Asumir que el control es una manifestación del miedo podría ser un buen comienzo.

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