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La crisis en Monterrey por el agua

Opinión del experto nacional

Opinión del experto nacional

 

Por Ramón Aguirre Díaz

 

Cuando en materia de abastecimiento de agua a una población se trata, es muy importante tener clara la diferencia que existe entre los abastecimientos con agua superficial, como pueden ser presas, lagunas o tomas directas de río, y los abastecimientos con agua subterránea, como son los pozos.

 

  • ¿En qué consiste la principal diferencia entre ambos tipos de fuentes de abasto? La más importante es la confiabilidad en el suministro, ya que los abastecimientos con agua superficial dependen de las lluvias, y si se presentan periodos de sequía de dos o tres años (que es muy común, sobre todo en el centro y norte de nuestro país), puede suceder que alguna fuente se quede prácticamente sin agua. No hay ninguna garantía de que una presa, que en promedio pueda dar, por ejemplo, 4 metros cúbicos por segundo como gasto medio, los suministre de manera permanente y a largo plazo; habrá años con precipitaciones extraordinarias, donde la presa incluso pueda derramar agua por el exceso de lluvias, pero otros años que, por sequía, sus almacenamientos sean críticos.

Esto no sucede con las fuentes de abastecimiento subterráneas, ya que, si se le extrae lo que es su recarga natural, en los años de sequía se puede suministrar la misma cantidad de agua sin ningún problema. Debemos recordar que un acuífero es un almacenamiento subterráneo, donde se encuentra agua en los intersticios del suelo, el cual, en términos prácticos, no tiene un riesgo de agotamiento en un corto plazo, como puede darse en el caso de las aguas superficiales.

Un claro ejemplo de los riesgos del suministro de agua mediante fuentes superficiales es el problema que se está presentando en la bella ciudad de Monterrey, que se abastece en un 40% de pozos y un sustancial 60% de tres presas, dos de las cuales se encuentran con niveles críticos: la presa Cerro Prieto tiene un almacenamiento menor al 10% y la presa La Boca se encuentra al 22%, su nivel más bajo en los últimos 60 años. Técnicos de su organismo operador, Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey han comentado que los problemas se pueden agravar seriamente en un plazo de tres a cuatro meses si no se presentan lluvias extraordinarias, lo que es poco probable, ya que faltan, por lo menos, cinco meses para que, conforme a las estadísticas, se presenten lluvias fuertes en el país, y aún faltaría ver si llueve lo suficiente en el área tributaria de estas presas.

 

  • Hace unos cinco años se canceló el proyecto Monterrey VI, con el cual se pretendía llevar agua del río Pánuco a la próspera ciudad regiomontana. Craso error. Más allá del tema de quién o cómo ganó el contrato para esta obra, que es una situación que debió resolverse de alguna forma, incluso con un nuevo proceso licitatorio, este proyecto debió realizarse. Cuando una ciudad se abastece principalmente de fuentes superficiales es necesario que se tenga redundancia, es decir, una oferta de agua en exceso, obviamente, con el objetivo de poder enfrentar una época de sequía en mejor forma.

En estos momentos, el único paliativo posible es la perforación de pozos con carácter urgente y provisional, aprovechando el almacenamiento de los acuíferos. Es por ello que el gobierno de Nuevo León está solicitando al gobierno federal que se emita una declaratoria de emergencia para poder contar con recursos para afrontar el problema.

  • En definitiva, esta situación debe sentar las bases para buscar más fuentes de agua y en cantidades razonables, no sólo para el caso de Monterrey, sino también para Tijuana, Matamoros, Reynosa, Guadalajara y el Valle de México, que requieren una mayor disponibilidad de recursos hídricos para enfrentar sequías que, sin duda, habrán de presentarse.

 

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