Los bad hombres
Trump ha sido enfático en señalar que movilizará al ejército a la frontera con México para combatir el tráfico de fentanilo
El atentado que sufrió Donald Trump el pasado fin de semana en Pensilvania abrió un nuevo escenario en el proceso electoral de Estados Unidos. El expresidente se encamina de nueva cuenta a la Presidencia.
Muchos aseguran que más que un atentado fue un autoatentado, pero ¿quién, en su sano juicio, se va a arriesgar a que el tirador contratado, por muy experto que sea, tenga un titubeo, o por un error de cálculo le vuele la cabeza? Aunque existe la versión de que la sangre en su oreja fue producto de las heridas que sufrió al tirase al piso, no es tan tonto para arriesgarse a ser descubierto, porque el gobierno de Biden es el que controla la CIA, el FBI y todas las oficinas de investigación. Un autoatentado habría sido darse un balazo en un pie.
Lo que sí, es que las escenas nos remitieron a los magnicidios de John F. Kennedy y de Luis Donaldo Colosio, pero a diferencia de esos atentados, Trump salió ileso y le sirvió para levantar su popularidad.
Un aspecto impresionante fue la reacción del Servicio Secreto para neutralizar y abatir, en segundos, al agresor, en tanto que la Guardia Nacional, a diferencia de la de México –que es acusada hasta de acribillar a menores de edad–, actuó en minutos para proteger a los civiles presentes en el mitin.
Pese a ello, la directora del SS, Kim Cheatle, declaró que la agencia falló al no actuar antes y detener a Thomas Crooks, quien disparó hasta en ocho ocasiones su rifle AR-15, a una distancia no mayor de 130 metros de Trump, pero ese error bastó para que la bala que le rozó la oreja lo catapultara y, a menos de que ocurra algún milagro, Biden terminará entregando el cargo, porque no se ve cómo pueda revertir el triunfo mediático que se combina con un daño mental que ya es evidente a cada instante, como el hecho de confundir a Volodímir Zelenski con Vladimir Putin y a Kamala Harris, su vicepresidenta, con Donald Trump. Y por si algo faltaba, recién se contagió de covid, de ahí que el Partido Demócrata está evaluando si lo sustituye como candidato.
Si el panorama para los demócratas no es halagador, menos lo es para México. En caso de que Trump gane la presidencia, las consecuencias serán inmediatas, porque la sola idea de que el senador JD Vance sea el vicepresidente dificultará, sin duda, las relaciones entre los dos países.
Es conocido que tanto Trump como Vance son dos supremacistas que ven a México como el origen de todos los problemas que padece EU. Recientemente el senador republicano acusó que los bad mexicans que ingresan de forma ilegal son delincuentes, violadores y narcotraficantes, por lo que no cesa de criticar la política migratoria de Biden y proclama el cierre de la frontera con México.
En este tenor, Claudia Sheinbaum tendrá que ser muy cauta e inteligente para no caer en las provocaciones de esta pareja de bad hombres antimexicanos. El papel que desarrollará Juan Ramón de la Fuente, como secretario de Relaciones Exteriores, será fundamental. Su tarea no será nada fácil, deberá lidiar con un gobierno intransigente, que tratará de impulsar medidas radicales y actos injerencistas.
Trump ha sido enfático en señalar que movilizará al ejército a la frontera con México para combatir el tráfico de fentanilo, así como perseguir, y hasta lanzar misiles a los cárteles mexicanos, incluso en nuestro territorio, porque la Ley Obama, de 2011, firmada por el propio Biden, da al gobierno de EU el derecho supranacional y unilateral de perseguir a los cárteles del narcotráfico en sus propios países.
Lo paradójico es que, a pesar de ello, EU les sigue vendiendo armas, más sofisticadas aun que las utilizadas por las Fuerzas Armadas mexicanas. El panorama luce muy complicado y, por si fuera poco, en nada ayudan las declaraciones del presidente López Obrador y al inmiscuirse en la vida política de EU. Dice que en ese país se burlan de su política de “abrazos, no balazos” porque no creen en la justicia.
- DE IMAGINARIA
En Guerrero, la cosa está que arde. En los últimos días, decenas de negocios han sido incendiados por el crimen organizado al negarse sus propietarios a pagar la extorsión. Es un estado sin ley y sin gobierno. De nada sirve la presencia del Ejército mexicano y la GN, si tienen prohibido hacer frente a los delincuentes.
