Acto heroico
Un pelotón de 15 elementos del Ejército resistió los ofrecimientos, amenazas y las balas de, al menos, 60 integrantes del cártel de Sinaloa.
El pasado sábado 2 de julio se registró en el municipio de Altar, Sonora, un culiacanazo fallido. A diferencia de lo que ocurrió aquel 17 de octubre de 2019, cuando el Ejército mexicano capturó en Culiacán, Sinaloa, a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín Guzmán Loera, pero unas horas después fue liberado por órdenes superiores, bajo el argumento de que los sicarios cumplieran su amenaza de masacrar a decenas de soldados y a sus familias.
En Sonora fue distinto. Un pelotón de 15 elementos del Ejército resistió heroicamente los ofrecimientos, amenazas y las balas de, al menos, 60 integrantes del cártel de Sinaloa.
Unas horas antes, los soldados habían detenido a varios sujetos, entre ellos a Juan T., alias El Duranguillo, del grupo criminal Gente Nueva, uno de los principales generadores de violencia en Caborca, Altar, Pitiquito, Oquitoa, Átil y Tubutama.
Antes de ser trasladado a prisión, los 15 elementos del Ejército, un oficial y 14 de tropa, fueron rodeados por cerca de 18 vehículos y un número aproximado de 60 criminales fuertemente armados. Como primera oferta, los sicarios ofrecieron 10 millones de pesos a los soldados, así como la garantía de respetarles su vida, a cambio de ser liberado su jefe de plaza.
En varios videos que circulan por las redes sociales se escucha a los sicarios proferir gritos y ofensas y a exigir al oficial del Ejército la liberación de su compañero a cambio del dinero y del salvoconducto.
En respuesta, el militar al mando respondió: “Váyanse a la chingada, cabrones, aquí nos morimos todos, pero no les entrego a nadie”.
En los videos se ve a otro de los criminales que camina enfrente de los soldados empuñando un arma de grueso calibre y también ofrece al oficial: “No arriesgues tu vida a lo pendejo, no te la juegues, agarra el dinero y a la chingada”. Pero el oficial mantiene la negativa.
Ante el intento fallido, otro de los sicarios se dirige a la tropa: “Si el oficial está loco, no arriesguen su vida por él”. Un sargento, segundo al mando del pelotón, responde: “Aquí nos morimos todos, hijos de la…, somos soldados del Ejército”, segundos después se desata el enfrentamiento.
La escena no pasó desapercibida para los celulares de los vecinos, que narran cómo pasó de tensa a dramática y después al heroísmo. Estar en desventaja numérica, rodeado por vehículos y criminales harían suponer que los soldados depondrían sus armas, pero fue todo lo contrario. Con una valentía digna de reconocerse, el oficial y la tropa se mantuvieron en la misma posición de: “Aquí nos morimos todos”.
Después de varios minutos de fuego cruzado, los delincuentes emprendieron la huida.
Estos militares podrían ser condecorados con una Cruz de Malta y Gafete, condecoraciones que serían entregadas al mérito en la campaña contra el narcotráfico y el crimen organizado. Existen tres categorías de esta medalla, una de ellas, la de primera clase, para los caídos, y la de segunda clase para los sobrevivientes. El reconocimiento tiene que ser evaluado por un comité militar y autorizado por el Estado Mayor, por el secretario de la Defensa y el Presidente de la República, como comandante supremo de las FA, todo indica que así será.
Por eso siempre estaré del lado del Ejército mexicano, de las FA. Con mi padre, el Gral. Miguel Ángel Godínez Bravo, tuve la fortuna de conocer el Ejército que tenemos, valiente, leal y heroico.
DE IMAGINARIA
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