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Salud y debate democrático

Max Cortázar

Max Cortázar

Cuán difícil resulta a quienes se niegan a las mejores prácticas de la ciencia y la salud pública responder a los cuestionamientos más básicos del debate democrático. La suspensión de la comparecencia ante senadores del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, decretada ayer por el presidente de la Comisión de Salud, Miguel Ángel Navarro, sólo exhibió —de nueva cuenta— la falta de argumentos objetivos y convincentes para rendir cuentas sobre los resultados del manejo de la pandemia realizado por esa Secretaría.

Durante la sesión no hubo toma de tribunas, encadenamiento de las puertas del recinto, confrontaciones físicas entre senadores o un intento de agresión al funcionario, como de manera lamentable se ha observado en otras coyunturas políticamente encendidas. Ayer, los duros, pero legítimos cuestionamientos emitidos desde la tribuna y un par de simples pancartas colgadas por la oposición sirvieron de coartada para acusar falta de “garantías de civilidad” y con ello dar por terminada la comparecencia en forma anticipada, evadiendo la continuidad del debate en esa Cámara.

Esto va más allá de un simple acto protocolario en el que se intercambian posicionamientos entre funcionarios y legisladores. Haciendo a un lado por el momento las probadas inconsistencias del subsecretario López-Gatell —de las cuales ha dado cuenta en distintos momentos este artículo—, se trata de que, mediante el debate democrático, en las comparecencias sean identificadas las certezas de que México instrumenta las políticas públicas correctas o está en proceso de rectificar aquellas que no han funcionado en el tiempo, para preservar adecuadamente la salud de los mexicanos y garantizar condiciones que faciliten el impulso sostenido de la reactivación económica.

No es menor señalar que el bienestar de millones de hogares pende de ese hilo. Esto porque la pandemia está lejos de darse por terminada. La cobertura de medios internacionales deja ver, por citar botones de muestra, que una ciudad como Nueva York, que logró revertir la espiral mortal por covid-19 a tendencias mínimas de contagio, hoy se encuentra bajo la amenaza de volver al cierre de actividades en varias zonas; Reino Unido registra más hospitalizados por efecto del coronavirus que en marzo pasado, con alertas de especialistas acerca de que el número de fallecimientos puede escalar dramáticamente; sin dejar atrás la declaratoria de emergencia en Madrid, tras semanas de relativa normalidad en sus actividades cotidianas.

En esta situación, donde las sociedades en todo el mundo se enfrentan a una dura realidad sanitaria, que de no atenderse con la mayor responsabilidad puede hacer exponencial el costo en vidas humanas, el doctor López-Gatell prefiere vendernos espejitos a la mitad de la pandemia. Su postura de que en nuestro país se “logró el éxito en el control epidemiológico” sólo puede ser leído como un intento de estafa cuando las estadísticas muestran que la situación está fuera de control.

Dada la falta de aplicación de pruebas masivas se ha desvirtuado la contabilidad en el impacto del covid-19, sin embargo, hay reportes alarmantes, como el de The Economist, que sitúa a México entre las tres naciones con mayor exceso de mortalidad por cada 100 mil habitantes, apenas por debajo de Perú y Ecuador. Muchas de ellas provocadas por motivar a los enfermos a quedarse en casa, en vez de buscar atención temprana.

Asimismo, el subsecretario López-Gatell se vanaglorió al alcanzar a declarar frente a los senadores que “no hay manera de refutar” la evolución aplanada de la curva, cuando su oficina se ha dedicado al subregistro de fallecidos y contagiados. La práctica fue inicialmente denunciada por gobernadores, pero los medios de comunicación han exhibido su permanencia. Entre ellos, el periodista de Imagen Laguna, Javier Garza, da cuenta de los registros de la Secretaría de Salud de Coahuila, están sistemáticamente por arriba a los reconocidos por el doctor López-Gatell.

En la falta de debate democrático y rendición de cuentas, las familias carecen de información para la adecuada toma de decisiones a favor de su salud y estabilidad económica. El subsecretario podrá seguirse especializando en la estafa, mientras los riesgos derivados de la conjunción de la pandemia con el periodo de influenza amenazan con extender los costos como producto de la soberbia e ineptitud en esa subsecretaría de Salud.

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