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La salud como manejo de crisis

Max Cortázar

Max Cortázar

El reto en materia de obesidad es grave y evidente: México tiene el nada decoroso primer lugar mundial en obesidad infantil, así como la segunda posición en adultos, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). En cuanto a la diabetes, estamos entre los seis países con mayor prevalencia de esta enfermedad. Además, en años recientes, especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social han alertado que hasta un 80% de la población vive con hipertensión.

Estos factores ofrecen un panorama de salud pública que —por sus impactos negativos en el bienestar de las personas y la economía de los hogares— debieran conducirnos, de manera efectiva, a un esfuerzo nacional para atender sus causas y prevenir condiciones que, año con año, ponen en riesgo la vida de millones de mexicanos. En especial, si éstas se ven agravadas como consecuencia de la naturaleza de la pandemia de covid-19 que enfrentamos desde inicios de año.

Sin embargo, por sus expresiones públicas, queda claro que las prioridades del principal responsable gubernamental de prevenir y promover la salud de los mexicanos, el subsecretario Hugo López-Gatell, están cada vez más enfocadas en hacer de este problema público un manejo de crisis mediático destinado a salvar lo que le queda de credibilidad; en vez de ser una coyuntura propicia para diseñar, convocar e instrumentar una política integral de salud que proteja la vida de varios miles en condición de vulnerabilidad.

Desborda la falta de ética en su desempeño como funcionario federal, pongo dos botones de muestra. Primero. La población en riesgo por las enfermedades antes expuestas nunca fue parte de la incertidumbre en su toma de decisiones. Especialistas, autoridades y ciudadanos hemos sabido por mucho tiempo la magnitud del reto que enfrentamos, producto de intensas campañas gubernamentales de prevención y de exhortos legislativos a definir acciones de largo plazo en la materia.

Lo natural hubiera sido el haber transmitido información coherente desde la vocería que ejerce el subsecretario, para que estos segmentos se quedaran en casa e incluso haber promovido transferencias especiales de los distintos órdenes de gobierno a aquellos con imposibilidad económica de aislamiento. Pero el funcionario prefirió jugar a la política y sólo se acordó de la población en riesgo no para orientarla, sino para culparla de la alta mortalidad por covid-19, una vez que el indicador rebasó por mucho sus proyecciones más catastróficas.

Apenas el domingo, con información del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades, Excélsior dio a conocer que existen más de 122 mil 700 lamentables fallecimientos a los esperados entre marzo y agosto de 2020, lo cual reafirma los señalamientos de manejo político que se han hecho a la contabilidad de defunciones que lleva el señor López-Gatell, en la que sólo, hasta ahora, reconoce 68 mil.

Segundo. Diabetes, obesidad e hipertensión son atendidos por el subsecretario con ataques políticos a la industria de alimentos y bebidas, en vez de hacerlo mediante una estrategia integral que cambie hábitos de consumo y esfuerzo físico. Las leyes que prohíben la venta de este tipo de productos, aprobadas en Oaxaca y en Tabasco, rápidamente fueron aplaudidas por el funcionario, como si eso resolviera la situación, cuando se prevén más costos que beneficios.

Por un lado, estos productos no son los únicos que en la dieta de los mexicanos contienen alto contenido calórico, por lo que, aun dejándolos de consumir, existen altas posibilidades de mantener las tasas de enfermedad observadas. Por el otro, la medida podría agravar aún más la dura situación por la que pasan pequeños comercios, sin que este golpe normativo a su viabilidad se traduzca, en los hechos, en una mejora de la salud de las personas.

Si tanto preocupara la salud al subsecretario López-Gatell, tendríamos ahora la presentación de una estrategia integral que considerara la difusión de dietas especiales y rutinas de ejercicio, entre otras medidas de prevención; así como el establecimiento de un diálogo con los sectores económicos, para incentivar acuerdos y la elaboración de productos más sanos.

Sin embargo, el López-Gatell político vuelve a ganarle la partida al López-Gatell científico. Todo sea por intentar salvarle cara ante el fracaso de su estrategia en el manejo del covid-19, a costa de la salud de miles de mexicanos.

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