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La negación de la pandemia

Max Cortázar

Max Cortázar

Bien afirma el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, que “la negación todavía no es una estrategia eficaz a la pandemia”. Y es que, a pesar del millón y medio de lamentables fallecimientos por covid-19 en la comunidad internacional, sumados a los 43 millones de contagios confirmados por la Organización Mundial de la Salud, en diversas latitudes del planeta la peligrosidad del coronavirus se sigue asumiendo como si no existiera emergencia sanitaria.

Para mala fortuna de miles de mexicanos con condiciones médicas preexistentes que ponen en riesgo su vida, nuestro país es una de esas latitudes. El último botón de muestra ocurrió en el Senado de la República. Los legisladores fueron convocados en la urgencia de sacar adelante una legislación y aglutinados en la casona de Xicoténcatl la semana pasada. Una sede que, a pesar de no contar con los espacios físicos propicios para la sana distancia, fue autorizada por “autoridades sanitarias”, según señalan las notas de prensa. De ser así, sería interesante el conocer bajo qué criterios dieron esta luz verde al viejo recinto de Donceles.

Peor aún, declaraciones a medios de distintos partidos dan cuenta de que legisladores con covid-19 y sin haber concluido su periodo de aislamiento asistieron —sea por presión de los grupos parlamentarios o por descuido personal— a la convocatoria del Senado que, en los hechos, se tradujo no sólo en una riesgosa aglomeración que se extendió por más de doce horas; sino en el sensible fallecimiento de Joel Molina, senador por Tlaxcala, así como el contagio de, hasta ahora, tres legisladores más. El recuento de daños aún no concluye, si se recuerda que el coronavirus puede manifestarse en un periodo de catorce días.

Lo llamativo es que esta situación no puede ser considerada como un hecho aislado. Es parte de una cadena de actividades alejadas a las mejores prácticas, las cuales han expuesto de manera innecesaria a quienes laboran en dicha Cámara. Hace apenas unas cuantas semanas, Excélsior informó a sus lectores sobre 84 trabajadores del Senado que, a lo largo de catorce días, fueron dando positivo en las pruebas aplicadas al personal que acudía a las oficinas.

Todavía ayer, en el marco de la comparecencia de la secretaria de Energía, hubo senadores que, de manera reiterada, solicitaron el uso permanente de cubrebocas a lo largo de la sesión, el mantener las puertas abiertas para permitir la circulación del aire, así como el retiro de personal de apoyo que, de manera innecesaria, se mantenía presente en el salón de Plenos. Ni el deceso de un legislador bastó siquiera para pensar en la transferencia de los trabajos a plataformas digitales, en tanto se establecen los protocolos adecuados de desinfección frecuente, presencia máxima de senadores en los distintos salones y circulación de colaboradores.

Estas rutinas al interior del Poder Legislativo contrastan con las decisiones de prevención asumidas en otros congresos del mundo. Por ejemplo, a pesar de la narrativa del presidente Trump, tendiente a menospreciar la gravedad de la pandemia y la importancia de las medidas de distanciamiento social; su partido en el Senado ha anunciado en el pasado prórrogas en el regreso al trabajo legislativo, como producto del conocimiento de contagios al interior de la bancada republicana. Los últimos, por cierto, resultado de una reunión celebrada con el mandatario estadunidense.

Además del respeto a la vida de los legisladores y el personal que labora en el Senado de la República, ésta es una instancia de decisión superior que no puede estar a merced del contagio por situaciones como las de la semana pasada. Mucho menos cuando existen mejores prácticas internacionales que han demostrado efectividad en preservar la salud de las personas sin afectar la productividad de órganos colegiados.

El lamentable fallecimiento del senador Joel Molina es una muestra contundente de que el Senado no puede seguir con la estrategia de la negación de la pandemia que pretende llevar hasta sus últimas consecuencias el subsecretario Hugo López-Gatell. Tanto por la salud de la Cámara como por la salud de todos los mexicanos es urgente dar un golpe de timón a la estrategia nacional contra el covid-19. En especial ante las recientes señales de alerta de una crecida en contagios y fallecimientos en países que, a diferencia del nuestro, ya habían logrado bajar al máximo los efectos de la pandemia. Esto nos indica que vendrán los peores momentos para México

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