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La extensión del fracaso

Max Cortázar

Max Cortázar

El fracaso de la estrategia gubernamental contra el covid-19 amenaza con extenderse más allá del altavoz acaparado por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, impactando otros órdenes de gobierno que durante semanas intentaron distanciarse sutilmente de la falta de claridad en los mensajes y del subregistro de lamentables fallecimientos e infectados, así como buscaron subsanar la falta de coordinación institucional a partir del seguimiento de estrategias propias, conforme a mejores prácticas internacionales, con el propósito de reducir al mínimo posible los impactos de la pandemia en su estado o municipio.

El caso más evidente es el de la Ciudad de México que, a pesar de aproximarse al problema desde una perspectiva un tanto diferenciada a la del funcionario federal, sus acciones no arrojan, finalmente, los resultados esperados al encontrarse entre los siete estados de la República que más contagiados han aportado en las semanas recientes a la contabilidad nacional, junto con las entidades federativas de Baja California, Sonora, Zacatecas y Guanajuato, entre otras. Y es que, como bien se dice, a la autoridad capitalina ya no le quedan muchas más tonalidades de naranja disponible para terminar de reconocer que, en los hechos, la ciudad se encuentra —y desde hace rato— en semáforo rojo.

Y es que el covid-19 arrebata crecientes espacios a la salud de la Ciudad de México, como botones de muestra se tienen el alza en la ocupación hospitalaria desde hace por lo menos un mes, la cual alcanza ya el 58%, con 4 mil 21 hospitalizados. Si recordamos que aquí es donde se ubica el epicentro de la pandemia del país, con un acumulado de 232 mil casos confirmados, 70 mil 443 casos sospechosos y 18 mil 171 muertes, es muy probable que en las siguientes semanas sólo podamos constatar, de manera preocupante, registros aún más graves.

Las condiciones están puestas para ello. No sólo por el tono reiterado de los mensajes de la jefa de Gobierno, pidiendo a la ciudadanía una cooperación que, en esencia, es abiertamente contradictoria a las recomendaciones emitidas por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, empezando por la importancia en el uso del cubrebocas; sino por las nuevas restricciones que busca hacer válidas a partir de ayer y hasta el próximo domingo 13 de diciembre, con el propósito de disminuir el ritmo de contagio y la tendencia en hospitalizaciones, así como de evitar la suspensión de actividades económicas en una etapa del año clave para el bienestar de miles de familias.

Estas restricciones refieren esencialmente al retorno del distanciamiento social, en los distintos ámbitos de la convivencia cotidiana y el desarrollo de actividades productivas, como son: priorizar el quedarse en casa, de no ser esencial la salida, reducir al mínimo la operación de instituciones públicas, fortalecer el trabajo remoto en corporativos; además del uso de cubrebocas, lavado constante de manos y uso de espacios abiertos. De igual forma, se buscará vigilar el cumplimiento de medidas sanitarias en negocios, habilitar filtros dosificados en puntos concurridos y monitorear la evolución en colonias prioritarias por su nivel de contagio.

Reitero, en estas últimas ideas que el gobierno capitalino “buscará” aplicar el nuevo paquete de restricciones, porque si algo ha quedado patente es que en la Ciudad de México sólo domina la anarquía ciudadana, frente a una débil autoridad, sea porque tiene muy poco margen de maniobra para encauzar el orden colectivo, porque prefiere evitar el conflicto abierto con la autoridad de salud federal o, simplemente, porque es inexistente en muchos espacios públicos.

Prueba de ello, son las constantes aglomeraciones en comercios y restaurantes por arriba del nivel deseable, así como las frecuentes fiestas en casas o departamentos que son constantemente denunciadas en medios de comunicación y redes sociales, sin que el gobierno de la Ciudad de México ejerza con efectividad su papel de autoridad e inhiba conductas contrarias a la salud pública. Peor aún, todo indica que, a pesar de la gravedad de la situación, no asumirá a cabalidad su papel frente a la pandemia, al deslindar ayer la responsabilidad de decretar el semáforo rojo al subsecretario López-Gatell. Así, todo está puesto para la extensión del fracaso.

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