Logo de Excélsior                                                        

Abstencionismo y desencanto

Martín Espinosa

Martín Espinosa

En medio de la vorágine política que vive el país y tras los comicios realizados el domingo pasado en seis estados de la República, en donde todo parece indicar que la oposición a Morena (PRI-PAN-PRD) solamente pudo retener dos estados,  padrón electoral. Lo relevante del tema es que, luego de que el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) de cada uno de los seis estados completara el 100% del conteo de los votos, se confirma que la alianza encabezada por Morena, JuAguascalientes y Durango, poco se habla del abstencionismo que predominó en cada una de las entidades, 54% en promedio, lo que refleja, por un lado, el desencanto de la sociedad por los partidos tradicionales y, por el otro, lo que podría suceder en la presidencial de 2024, con un partido “oficial” hegemónico al frente de las intenciones del voto, tal como ya lo anticipan algunas encuestas realizadas desde ahora.

Contrario a lo que los candidatos favorecidos con la mayoría de los votos en estos comicios han declarado como “fiesta cívica”, contrasta el hecho de que, por ejemplo, en la mayoría de las casillas no votó ni siquiera la mitad de los ciudadanos que integran elntos Haremos Historia, obtendrá, finalmente, la victoria en cuatro entidades más, con lo que el partido que lidera Andrés Manuel López Obrador controlará, al menos, el 60% del país. En esas cuatro de seis entidades el abstencionismo fue superior al 50%, revelan los datos emitidos por el PREP. Destaca la escasa participación de la ciudadanía en Oaxaca, donde la elección sólo motivó al 38% de la población empadronada a acudir a las urnas.

Y, necesariamente, surge la pregunta: ¿por qué en un estado como aquél, que es uno de los que tiene mayores niveles de pobreza y retraso social del país, la gente no se siente “emocionada” de acudir a las urnas a cambiar un sistema que durante décadas sólo les ha traído subdesarrollo y problemas para salir adelante? Pues porque, sencillamente, los candidatos propuestos por los partidos poco o nada le dicen a una sociedad que ha dejado de creer en la política tradicional, además de que el llamado “voto duro” cada vez se va reduciendo al ritmo en que sus partidos promotores se han debilitado en los últimos años. Quintana Roo es un ejemplo de ello: el PRI reducido a su mínima expresión y con riesgo de perder el registro.

Son décadas de vivir de “promesas” incumplidas, de cacicazgos que sólo han traído explotación y más pobreza a las principales comunidades de esas entidades. Bien dicen los analistas que la falta de desarrollo no sólo empobrece económicamente a las sociedades, sino que también trae consigo falta de conocimiento y desarrollo de la democracia que impide el avance de los pueblos a niveles superiores de bienestar; lo estamos viendo. La mayor competencia electoral ocurrió en Tamaulipas, con un nivel de participación de 53.31%, pero tampoco es para celebrarlo como “fiesta cívica”. Durango le sigue con una participación del 50.46 por ciento. Los demás, por debajo del 50 por ciento.

Y no faltan los argumentos de siempre: “Las elecciones locales no atraen tanta gente como las presidenciales”, “fue culpa del huracán Agatha en Oaxaca”, “fue una participación razonable si se toma en cuenta la incidencia del crimen organizado”, y muchos pretextos más.

Es, precisamente, el desencanto, el desánimo del elector, lo que ha permitido que en la vida pública otros “poderes fácticos” vayan ocupando el espacio que ha dejado la falta de interés ciudadano al constatar que aún continúan muchos de los vicios que caracterizaron en el pasado el “quehacer político” de la mayoría de los partidos y que hoy pareciera que en poco o nada contribuyen al fortalecimiento democrático del país. Signos del malestar ciudadano que se manifiestan en la vida pública nacional.

Comparte en Redes Sociales