El gato Félix

Pero, yendo un poco más lejos, podría uno preguntarse ¿qué es realmente la felicidad? ¿en qué radica? Porque es obvio que un indígena del Amazonas, un ejecutivo neoyorquino y un artista parisiense no tienen las mismas expectativas, ni los mismos requisitos, sobre la felicidad y el bienestar. Y lo mismo pasa con las generaciones, nuestros abuelos no se preguntaban si eran felices o no, simplemente vivían y al vivir iban sorteando las vicisitudes y los problemas, a veces para bien, a veces para mal.

Lo interesante de la etimología es lo que nos revela acerca de ser feliz y de la felicidad. Para este «sentimiento» el latín tenía tres adjetivos fortunatus, que significaba «colmado de suerte y fortuna» y beatus, «dotado de bienes o cualidades», algo así como bendecido, o blessed, en inglés; y felix-felicis que significaba «fértil», «fecundo», es decir, algo productivo, por lo que se aplicaba también a las tierras o a los árboles frutales.

Es interesante notar que la raíz fel— proviene de la raíz indoeuropea dhe_i, que significa «amamantar», y también se encuentra en palabras como fémina y fellare «chupar», fecundus «generoso» y filius «hijo».

Lo que viene muy al caso cuando hablamos de que la felicidad se da en los logros, en la satisfacción y en el orgullo de una tarea completada; ya que los estudios apuntan que el nivel de satisfacción se iguala al nivel de felicidad en muchos aspectos: la gente que siente que ha logrado algo, que cree que ha alcanzado metas, suele ser más feliz que, incluso, otra que tiene mucho más, pero que lo ha obtenido sin esfuerzo. Es decir, que es más feliz o se siente más satisfecho aquel que ahorró 6 meses para comprarse una bici, que otro a quien le han regalado un BMW.

El Journal of Happiness Studies apunta en diversos de sus estudios que una vez que uno tiene o posee algo y tiene más y más, el nivel de felicidad no aumenta. A primera vista podría pensarse que quien tiene dinero, es atractivo físicamente y es sano, es más probable que sea feliz, sin embargo, se ha comprobado que no es así. Que si bien la miseria extrema y la enfermedad terminal son claros motivos de infelicidad, depresión y hasta suicidio, la mayor parte de las veces estos factores no son del todo determinantes; que hay gente que vive con muy poco y es feliz u otra tanta con mucho sobrepeso que es más feliz, así como gente con ciertas enfermedades que aun así, se la pasa a todo dar.

Evidentemente, para ser feliz hay otras cosas que cuentan, como el bienestar y la paz mental. Una persona que carece de lo mínimo necesario, que no sabe cómo podrá pagar lo que requiere para vivir o que tiene cáncer terminal, no podrá alcanzar ese nivel de felicidad; lo mismo que una persona que no tiene paz, como alguien que sufre de un desorden de ansiedad u otra que vive violencia intrafamiliar, por poner sólo un ejemplo.

Por otro lado, se ha comprobado que las personas mientras más cumplen años, más felices son. En un estudio realizado por la revista More, se trasluce que la gente es más infeliz en sus 20 y sus 30, llega a la crisis en los 40, pero va ganando en bienestar y tranquilidad en sus 50 y 60.

Por todo esto, las fórmulas para la felicidad no existen, sobre todo tomando en cuenta que en estudios recientes ha resultado que lo que más determina el ser feliz es la genética. Así lo expone el último estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Gestión de Varna, Bulgari, y Michael Bond, de la Universidad Politécnica de Hong Kong, en el que se descubre que los ciudadanos que se consideraban a sí mismos más felices eran justamente los que contaban con la variante genética rs324420, responsable del aumento de la percepción de placer y la disminución de la sensación de dolor1. Es decir, que la genética es el 50%, lo demás corre por cuenta de nosotros.

As good as it gets.

           1https://www.muyinteresante.es/salud/articulo/

           un-led-implantable-para-aliviar-el-dolor-851447926712